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Análisis
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mientras las ayudas miran solo al coche nuevo, la gente elige el de ocasión

Es fundamental reivindicar el valor de los vehículos reacondicionados como una categoría con identidad propia

España arrastra un problema estructural de envejecimiento del parque automovilístico. Con una edad media que roza los 15 años, el parque móvil contamina más, es menos seguro y frena la transición hacia una movilidad más eficiente. Nos situamos muy por detrás de los principales mercados europeos. En Alemania, por ejemplo, la media se encuentra en 10,3 años; en Francia, en 11,2; y en Austria, el país con el parque más moderno, en apenas 9,3 años.

Según la OCU, los coches sin distintivo ambiental (los más antiguos) generan el 50 % de la contaminación del tráfico rodado. Y su impacto no se limita al medioambiente: un estudio de la Universidad Carlos III revela que los vehículos con más de 11 años están implicados en un mayor número de siniestros.

A pesar de los esfuerzos por dar respuesta a través de iniciativas como el plan Moves, el acceso a los vehículos nuevos y electrificados sigue siendo limitado para buena parte de la población, incluso con ayudas. Como consecuencia, el parque móvil nacional tampoco experimenta la renovación ágil y necesaria para avanzar hacia una movilidad más sostenible y eficiente. Es comprensible: quienes hoy conducen vehículos de más de 20 años no pueden saltar directamente a coches eléctricos nuevos de 30.000 euros o más, incluso con ayudas. Enfocar todos los esfuerzos aquí, es un uso ineficiente de los recursos. Por eso, es necesario poner sobre la mesa una realidad que ya está transformando la movilidad de miles de personas: el coche reacondicionado como solución intermedia que permite rejuvenecer el parque, reducir emisiones y hacerlo de forma asequible.

La transición ecológica no puede ser un lujo. Si no diseñamos políticas que tengan en cuenta la realidad de las rentas medias y bajas, estaremos acelerando una movilidad para unos pocos y dejando atrás a quienes más lo necesitan. La situación es especialmente delicada en las grandes ciudades. Por ejemplo, solo en Madrid, cada día acceden al núcleo urbano más de 100.000 vehículos sin etiqueta ambiental, que en 2026 tendrán prohibido circular por Madrid. Ante este panorama, surge una pregunta clave: ¿estamos realmente facilitando el acceso a una movilidad más limpia y accesible o estamos dejando atrás a quienes no pueden permitirse el cambio?

Mientras las ayudas miran al coche nuevo, los ciudadanos compran coches de segunda mano. Según datos de Ganvam, por cada coche nuevo matriculado en España en 2024, se vendieron 2,1 vehículos de ocasión. En febrero, las ventas de coches de menos de un año crecieron un 16,9 %. La demanda está ahí. Lo que falta es acompañamiento institucional.

En este contexto, es fundamental reivindicar el valor de los vehículos reacondicionados como una tercera categoría con identidad propia. Vehículos que han pasado por un exhaustivo proceso técnico, puesta a punto y certificación, respaldados por historiales de mantenimiento rigurosos. Más fiables que un usado convencional y más asequibles que un coche nuevo. Muchos de estos vehículos tienen menos de cinco años y pueden llegar a ser hasta un 30 % más baratos (o incluso más) que su equivalente nuevo.

Entonces, la pregunta es evidente: si el reacondicionado es más accesible, más seguro y más limpio, ¿por qué sigue quedando fuera de los grandes programas de incentivo? El criterio debería ser el impacto ambiental real del vehículo, no su fecha de matriculación.

La reciente prórroga del plan Moves es una buena noticia, pero limitada si seguimos excluyendo de los incentivos a los vehículos seminuevos. Incluso iniciativas como Reinicia Auto+ tras la dana de Valencia, fueron en un principio una grata noticia, porque finalmente se contemplaban ayudas al vehículo de ocasión, pero en la práctica el beneficiado fue realmente el vehículo nuevo. Queda mucho camino por recorrer.

Solo lograremos elevar el listón si conseguimos, en primer lugar, acelerar el rejuvenecimiento del parque, no solo su transformación energética, algo que también conlleva la reducción de emisiones CO2. Para ello, necesitamos políticas que primero apoyen la realidad de las personas y luego ya llegarán otro tipo de aspiraciones. Los coches reacondicionados pueden ser una herramienta inmediata y eficaz para retirar de la circulación los vehículos más contaminantes y sustituirlos por coches más eficientes, más seguros y, sobre todo, más accesibles.

Si queremos rejuvenecer el parque móvil español y cumplir nuestros objetivos climáticos, económicos y sociales, debemos pensar en las personas reales: aquellas que hoy necesitan su coche para trabajar, cuidar de su familia o simplemente llegar a fin de mes. Para ellas, el coche reacondicionado no es solo una opción: es la respuesta.

La movilidad del futuro empieza con decisiones realistas hoy. El reacondicionado no es un parche: es parte de la solución.

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