El plan salarial de Musk en Tesla combina dos tipos de locura
Tanto el objetivo de valoración como el de ventas son muy elevados, pero al menos son congruentes entre sí

Elon Musk realmente hace cosas que nadie más hace. La principal de ellas: sacar salarios sin precedentes del fabricante de coches eléctricos Tesla. El viernes, el consejo de administración de la empresa propuso conceder a un CEO hasta un billón de dólares en acciones. Convertirse en el primer billonario del mundo requiere alcanzar objetivos que van desde lo sorprendente hasta lo asombroso. También es un ejemplo de la extraña forma de gobierno de Tesla.
Este paquete tiene como objetivo reorientar de forma decisiva a Musk después de que se uniera y luego abandonara la Casa Blanca, prometiera fundar un partido político y amenazara con irse a otra parte si no conseguía aumentar su control de voto al 25%. Esta última parte es clave. A pesar de la caída de las ventas y la rentabilidad, la valoración de la empresa se mantiene a flote gracias a las promesas de humanoides robóticos y taxis autónomos.
El trato de Tesla es que Musk consigue lo que quiere, pero solo si se queda para mantener la magia. Al igual que el paquete salarial de 56.000 millones de dólares (48.000 millones de euros, al cambio actual) de 2018, que un juez rechazó por ser absurdamente elevado, este depende totalmente de unos objetivos. Para que Musk vea un solo céntimo, el valor de mercado de Tesla debe duplicarse y, al mismo tiempo, alcanzar un objetivo relacionado con las ventas de productos o la rentabilidad.
Los hitos aumentan de forma constante, desbloqueando hasta 12 tramos de premios a medida que se superan cada uno de ellos. Para ganarlo todo, Tesla debe alcanzar una valoración de mercado de 8,5 billones de dólares, ocho veces más que la actual, y alcanzar los 400.000 millones en ebitda para 2035.
Es un gran salto con respecto a los 12.000 millones de dólares de beneficios previstos para este año, según Visible Alpha. La única y pequeña admisión de la realidad es que los dos objetivos implican una valoración de la empresa de aproximadamente 21 veces el ebitda. Es cierto que Meta Platforms cotiza a solo 17 veces. Pero el múltiplo actual de Tesla se sitúa en casi 83.
Otros hitos parecen más difusos. El objetivo de entregar un total de 20 millones de vehículos se compara con el objetivo, abandonado hace tiempo por Musk, de vender esa cantidad de coches al año. Por otra parte, el criterio de un millón de robotaxis parece decepcionante después de que Musk prometiera que todos los coches vendidos por Tesla se convertirían en chóferes automatizados y alquilables.
Para colmo, los premios tienen una estructura extraña. El conjunto de acciones restringidas no devengadas que Musk puede recibir gana en la práctica poder de voto de inmediato, antes de que el consejero delegado alcance un solo objetivo. Sin embargo, hasta que no alcance un objetivo, las acciones asociadas votan en proporción con las de todos los demás, por lo que no puede influir en una elección del consejo, por ejemplo, en contra de otros inversores. No obstante, este acuerdo le permite controlar cómo votan estas acciones tan pronto como gana un tramo de ellas, mucho antes de que se consoliden.
En combinación con un reciente cambio en los estatutos que impide las demandas de los inversores que poseen menos del 3% de Tesla, Musk busca aislar su control, el tipo exacto de locura de gobernanza que le valió la ira de un juez en el pasado. Al menos, los accionistas serán recompensados por tolerar la locura.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

