La menguante seguridad jurídica de Estados Unidos
La ofensiva contra un proyecto eólico de Iberdrola es otro aviso a navegantes para quien se plantee invertir en territorio estadounidense


El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dejado claro en varias ocasiones que la energía eólica marina no es de su agrado, porque es “fea, cara y poco fiable”. Y, de acuerdo con la política personalista a la que acostumbra, su Administración actúa en consecuencia. El último perjudicado de los alardes quijotescos del morador de la Casa Blanca ha sido Iberdrola, que ve peligrar dos megaparques en las costas de Massachusetts.
El Departamento de Justicia estadounidense busca frenar en los tribunales los proyectos New England Wind 1 y New England Wind 2, promovidos por una filial de la energética española, con una inversión de unos 8.000 millones de dólares. Ambos habían obtenido las autorizaciones pertinentes de la Oficina de Gestión de Energía Oceánica, concedidas bajo el mandato del expresidente Joe Biden. El inicio de las obras de New England 1 estaba previsto para 2025, y su finalización para 2030.
La paradoja es doble, porque para acabar con los proyectos, el Ejecutivo de Trump –un presidente abiertamente escéptico con el cambio climático, defensor acérrimo del carbón y poco conocido por su defensa de la biosfera– se ha unido a un proceso ya abierto por una asociación de defensa de las ballenas. Esta considera que los megaparques pueden afectar a la fauna marina de esa parte de la costa Este, mientras que desde el Ejecutivo abogan por la defensa de la industria pesquera. Al mismo tiempo, a más de 3.000 kilómetros al sur de Massachusetts, el presidente y su Administración impulsan nuevas plantas de extracción de gas y petróleo en el Golfo de México, denunciados a su vez por las asociaciones ecologistas, que señalan el potencial peligro de estas instalaciones para las ballenas y tortugas de la zona. Allí la pesca ya no importa tanto.
Aunque aún en fase incipiente, el proyecto de la compañía española, que focaliza en EE UU el grueso de inversiones de su plan estratégico, se une a otros que han sufrido el giro de 180 grados de la Casa Blanca en materia energética y que estaban en plena construcción. Sus casos evidencian la paulatina transformación del país en un mercado poco fiable para la inversión, de cada vez menor seguridad jurídica y cuyas estrategias se basan fundamentalmente en las opiniones y apetencias de su presidente, ya sean económicas o estéticas. Otro aviso a navegantes para quien se plantee invertir en territorio estadounidense.

