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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Más hipotecas, pero las mismas dificultades

Para que el esfuerzo de los hogares no alcance tasas peligrosas e inasumibles, España necesita más vivienda asequible

CINCO DÍAS

Los últimos datos sobre constitución de hipotecas, publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística, confirman lo que a todas luces es una obviedad: el mercado de la vivienda no deja de calentarse. El número de préstamos concedidos para comprar casas se elevó en el primer semestre de 2025 por encima de los 243.000. No solo supone un 25% más que hace un año: es también la cifra semestral más alta desde el arranque de 2011. Pero 14 años atrás el mercado inmobiliario (y consecuentemente, el hipotecario) no vivía una situación de euforia, sino que estaba despertando de una larga pesadilla.

Conviene no olvidar las lecciones de la burbuja de principios de siglo y su estallido, tanto como recordar que la situación que se presenta ahora tiene componentes muy distintos. Lo que está alimentando el nuevo auge inmobiliario, a la luz de numerosas cifras y de la opinión muy mayoritaria de los expertos, no es un frenesí descontrolado por el ladrillo, sino el temor a quedarse excluido de un mercado cada vez más prohibitivo para la ciudadanía.

España no viene de años de exceso constructor, como tampoco el endeudamiento de los hogares está en cotas históricamente elevadas. Al contrario, la impresión es que queda margen para crecer en ambos parámetros. Incluso parece deseable hacerlo, a la vista de la enorme crisis de acceso a la vivienda que atraviesan España y otras muchas economías avanzadas. Dicha crisis parte de la escasez de parque disponible, lo que provoca un bucle que se ha descrito en estudios académicos, conferencias y artículos de prensa. Ante la imposibilidad de comprar, un porcentaje creciente de la población se refugia en el alquiler, lo que eleva los precios de arrendamiento y adquisición, mengua la capacidad de ahorro de las familias inquilinas, y a su vez dificulta que estas compren.

Desde esta perspectiva, y en un entorno en que los intereses no se han abaratado lo suficiente como para compensar la subida de precio de la vivienda, el auge hipotecario supone otra cara más de la poliédrica crisis del sector. La que muestra a muchas familias que sienten la estabilidad actual del mercado como una (última) oportunidad para subirse a él. Hacia ello apuntan también los análisis del Banco de España, que ha mostrado cómo las nuevas facilidades para el crédito no se traducen en un mejor acceso a las casas. El motivo es que los importes siguen subiendo, presionando el esfuerzo de los hogares. Para que este no alcance tasas peligrosas e inasumibles, como sucedió a principios de siglo, España necesita más vivienda asequible.

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