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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Powell se va de Jackson Hole con un mensaje claro y la cabeza alta

Su visión es cualquier cosa menos complaciente con las políticas económicas que guían Estados Unidos

CINCO DÍAS

No quiso el presidente de la Fed dedicar su último discurso en el cónclave de Jackson Hole a hablar de sí mismo. Habría estado más que justificado, pues la independencia de las decisiones de la autoridad monetaria vale mucho más que un cuarto de punto arriba o abajo en los tipos de interés. Pero Powell –que cuando le preguntan sí habla con mucha claridad–, prefirió dedicar su discurso a una labor, la fijación de los tipos de interés, cada vez más compleja por varios motivos.

Tampoco se trató de un discurso críptico; al igual que en 2024, abrió la puerta con cierta transparencia a un recorte de los tipos de interés en septiembre. Hace 12 meses fue de medio punto, pero este año la situación es mucho más incierta. La Bolsa celebró el viernes por todo lo alto el discurso de Trump, con Wall Street sacudiéndose las dudas de la semana y escalando a nuevos máximos históricos. Si algo gusta a los mercados, es una bajada de tipos, sobre todo cuando no las tenían todas consigo.

Ahora bien, si bien el posible recorte de tipos puede acallar durante unos minutos las críticas de Trump, el mensaje de Powell es cualquier cosa menos complaciente con las políticas económicas que guían Estados Unidos. Hoy por hoy, el país tiene más riesgos de inflación y más riesgos de alto desem­pleo. Si el paro no sube más es porque el frenazo a la inmigración ha hecho caer la oferta de trabajadores, pues la demanda se está enfriando. Que la Fed baje los tipos con perspectivas de mayor inflación no es señal de que no preocupen los precios, sino de que el empleo inquieta más.

De hecho, el análisis sobre la inflación es aún preliminar, pues los efectos de los aranceles aún no han cristalizado. Pero las señales son claras, en los precios de producción (la subida más rápida en tres años) y en los resultados empresariales que han publicado estos días las empresas de gran consumo. La duda es, como expresó Powell, si son subidas puntuales o se puede abrir una dinámica persistente, por la vía de los salarios o de las expectativas de inflación.

Tampoco ayuda la obscena presión de Trump sobre la Reserva Federal, comportamiento habitual en las autocracias: si el mercado percibe falta de independencia en la Fed y/o los tipos bajan por esa presión, la receta para la escalada inflacionista está servida, como ha ilustrado Turquía en los últimos años. Trump, que nombró a Powell en su primer mandato, cometerá otro gran error económico si le sustituye por un correveidile. Powell, por su parte, se despide de Wyoming con un mensaje claro y la cabeza alta.

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