Futuro hipotecado
El problema del acceso a la vivienda de los jóvenes requiere una respuesta de país, que alinee a todas las Administraciones, y también al sector privado


Los últimos datos del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud confirman la percepción de que la crisis de acceso a la vivienda está teniendo efectos devastadores para las generaciones más jóvenes. 2024, tanto en junio como en diciembre, marcó las dos tasas de emancipación más bajas de la serie histórica que arranca en 2006. A finales del año pasado, solo un 15,2% de los menores de 30 vivían fuera del hogar paterno, un porcentaje impensable en otros países europeos.
Aunque los jóvenes también lo tienen peor en lo laboral, en esta ocasión no se puede achacar la mala marcha de las tasas de emancipación al mercado de trabajo. El propio informe del CJE destaca que el desempleo juvenil está marcando mínimos desde 2007. Y a la vez el salario medio de los jóvenes creció el año pasado un 11%, hasta situarse en unos 1.170 euros mensuales.
Ese importe supera el alquiler medio, a diferencia de estudios anteriores, pero es claramente insuficiente para independizarse con los precios actuales. Con los promedios como referencia, un joven que quisiera vivir solo tendría que destinar más del 92% de sus ingresos al pago de la renta. Pagar una hipoteca se comería el 64% del salario.
Son porcentajes imposibles, y en todas las comunidades superan el 30%. Ese es el umbral que recoge la ley estatal de vivienda para diferenciar entre una casa asequible (por debajo) y una situación de sobreesfuerzo (por encima). A la vista de los últimos datos, esta última es la única posibilidad que tienen los jóvenes, incluso adoptando estrategias como vivir en pareja o compartir piso.
El estrés financiero que la vivienda provoca en los hogares más jóvenes (y en muchos que ya no lo son tanto) no solo acarrea problemas individuales. Colectivamente, como señalan algunos estudios, supone una dilapidación de recursos que podrían destinarse a actividades vinculadas con una economía más productiva. La vivienda está hipotecando la vida de muchos jóvenes, pero también dificulta aprovechar el buen momento económico que atraviesa España para profundizar en algunas transformaciones que son necesarias.
Es un problema de país, y no solo de los ciudadanos, como pone de manifiesto reiteradamente el CIS al preguntar por las preocupaciones de los españoles. Se necesita una respuesta de país, que alinee a todas las Administraciones, y también al sector privado, para implementar medidas que alivien la crisis de acceso a la vivienda y encarrilen el camino para superarla. Urge encontrar soluciones para los ciudadanos que peor lo están pasando. Empezando por los más jóvenes.

