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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un chute de rentabilidad con pocas salvaguardas

El inversor debe tener en cuenta que los criptoactivos tienen un riesgo elevado

CINCO DÍAS

Las épocas estivales son el momento perfecto para poner a buen recaudo las inversiones; activar, si no están activadas aún, las órdenes de venta automáticas; no dejarse llevar por eventuales capítulos de volatilidad; y adentrarse en una buena lectura. Las grandes decisiones, o eso nos empeñamos en vendernos año tras año, llegarán a la vuelta del verano tras el sueño de los justos.

Si el oro ha adquirido un papel relevante en las carteras de los inversores como activo refugio para capear tiempos turbulentos, y para, ya de paso, aprovechar su reciente apreciación, los activos alternativos, como la inversión en infraestructuras y el capital riesgo, han logrado una presencia cada vez mayor entre unos inversores que buscan sacar un extra de rentabilidad. Para los más aguerridos, han adquirido una mayor notoriedad los activos digitales, inversión de alto voltaje que requiere de conocimientos, sosiego para sortear picos de volatilidad y asesoramiento.

La aprobación de MiCA, la directiva europea de supervisión de activos digitales, ha venido a ordenar ese salvaje oeste, y ha servido de paraguas para que la industria de gestión de patrimonios despliegue una artillería de vehículos que aún no ha hecho más que empezar. Todo ello con el fin de captar el interés de unos inversores que miran con cada vez menos recelos a activos como el bitcoin, y que no quieren perderse su espectacular trayectoria. El miedo a perderse algo –FOMO en la jerga inversora– se ha instalado con fuerza en el mercado, ya sea en forma de valores ligados a la defensa, al bitcoin o a la inteligencia artificial. La espectacular recuperación de todos los activos desde el órdago arancelario lanzado en abril por Donald Trump es la mejor prueba de ello.

Entre los gestores de activos, son cada vez más los que recomiendan tener una pequeña exposición a activos digitales, bien sea de forma directa, bien a través vehículos como fondos cotizados o los denominados hedge funds. Incluso entidades como BBVA o Openbank están ya permitiendo la operativa de sus clientes en un intento de acaparar su atención tras años en los que aquellos más aventureros han caminado por el desierto de plataformas y eventuales fraudes.

Huir de los cantos de sirena y del dinero fácil es esencial. El inversor debe tener en cuenta que es un activo de riesgo elevado y que no está sujeto a las mismas normas ni protección para el pequeño ahorrador que aquellos considerados como activos financieros tradicionales. De igual manera que debe tener claro que hay criptoactivos más o menos volátiles y que en el mar hay tiburones.

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