Trump arranca a Europa el derecho de regulación digital
La soberanía de la UE era ya una ilusión: Amazon, Google y Microsoft acaparan las infraestructuras de datos
Mucho se ha escrito sobre el insoportable nivel de aranceles que va a tener que soportar la Unión Europea tras el acuerdo comercial alcanzado el 27 de julio con Estados Unidos. Aunque aún se ha de finalizar el texto del acuerdo, todo apunta que la Administración estadounidense establecerá un tipo arancelario general del 15% a los productos que la UE comercialice en su territorio. Pero no solo se registra una subida del actual impuesto tarifario del 10%, antes de 2028 la Unión Europea comprará 750.000 millones de dólares en energía a Estados Unidos y realizará nuevas inversiones por 600.000 mil...
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Mucho se ha escrito sobre el insoportable nivel de aranceles que va a tener que soportar la Unión Europea tras el acuerdo comercial alcanzado el 27 de julio con Estados Unidos. Aunque aún se ha de finalizar el texto del acuerdo, todo apunta que la Administración estadounidense establecerá un tipo arancelario general del 15% a los productos que la UE comercialice en su territorio. Pero no solo se registra una subida del actual impuesto tarifario del 10%, antes de 2028 la Unión Europea comprará 750.000 millones de dólares en energía a Estados Unidos y realizará nuevas inversiones por 600.000 millones en ese país.
En los primeros comunicados e intervenciones ante los medios, las dos partes hicieron escasas alusiones al impacto del acuerdo en la esfera digital. Un silencio sospechoso, conocidas las discrepancias en este ámbito entre Estados Unidos y la Unión Europea. En el memorando presidencial “Defendiendo a las empresas y a los innovadores estadounidenses de la extorsión extranjera y de multas y sanciones injustas”, el Presidente Trump ya había amenazado con medidas arancelarias a Europa por sus políticas hacia los gigantes digitales. Por su parte, distintos interlocutores de primer nivel político de los Veintisiete habían insistido una y otra vez que la regulación europea no iba a ser objeto de negociación comercial, una de las últimas ocasiones hace apenas un mes el mismísimo comisario de Comercio, Maros Sefcovic.
El comunicado tras el acuerdo publicado por la Comisión Europea parecía apuntar que la UE había impuesto su criterio en la regulación digital. En el mismo, no se hace mención alguna a la temática tecnológica, más allá de señalar que las exportaciones de semiconductores europeas si iban a estar gravadas por el tipo arancelario general. Contrariamente a los primeros rumores, las máquinas de fabricación de chips de ASML iban a tener que abonar un 15% de impuestos para entrar en suelo estadounidense. Sin embargo, todo apunta que, como señalaba el secretario de Comercio de Estados Unidos, “los impuestos sobre servicios digitales y el ataque a sus empresas tecnológicas” siguen encima de la mesa.
El ejecutivo de Bruselas, en la línea de fuego desde las capitales europeas por muchos otros aspectos del acuerdo, se esfuerza en desmentir que haya habido cesión en el ámbito digital. No niega, a pesar de ello, lo publicado en el comunicado de la Casa Blanca sobre el acuerdo alcanzado el 27 de julio: “Estados Unidos y la Unión Europea tienen la intención de abordar los obstáculos injustificados al comercio digital. En ese sentido, la Unión Europea confirma que no adoptará ni mantendrá tarifas por uso de la red. Además, Estados Unidos y la Unión Europea mantendrán la exención de aranceles aduaneros para las transmisiones electrónicas”. Un texto plenamente alineado con la defensa de los intereses de las grandes plataformas de Silicon Valley.
El apoyo de los tecno oligarcas a Donald Trump en la campaña electoral presidencial de 2024 empieza a darles sus réditos. El fraseo utilizado en el comunicado de la Casa Blanca no solo augura un futuro incierto a reglamentos comunitarios ya aprobado como la Ley de Mercados Digitales, la Ley de Servicios Digitales o Ley de Inteligencia Artificial, también contiene una expresa renuncia a una de las aspiraciones de los operadores de telecomunicaciones comunitarios. El texto de la Casa Blanca es bastante claro sobre la renuncia de la UE a incluir en la futura Ley de Redes Digitales la denominada contribución justa –fair share– de las plataformas digitales al mantenimiento de las infraestructuras de redes de acceso fijas y móviles. Y no ha sido desmentida.
La soberanía digital de la UE era ya una ilusión. Resultaba difícil hablar de autonomía estratégica cuando, por ejemplo, Amazon, Google y Microsoft acaparan más del 80% del mercado europeo de infraestructuras de datos y sobre los chips de Nvidia, AMD y Broadcom se ejecutan más del 90% de las aplicaciones IA de la UE. 25 años después del Consejo de Lisboa en que Europa aspiraba a convertirse “en la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo”, la UE rinde la última de sus armas: “el efecto Bruselas”. Cautiva y desarmada, Europa ha renunciado a su derecho a regular en la era digital.
Emilio García García es exdirector de Gabinete de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y coautor de Chips y Poder.