La absurda promesa de inversión de Europa en EE UU conlleva riesgos
El incumplimiento de la promesa podría darle a Donald Trump otra excusa para romper el acuerdo
Donald Trump es un maestro en el arte de hacer promesas atrevidas que no tiene intención de cumplir. Ursula von der Leyen parece haber hecho lo mismo para cerrar el controvertido acuerdo arancelario de la Unión Europea con su mayor socio comercial. Pero la vaga promesa de la presidenta de la Comisión Europea de que 600.000 millones de dólares de inversión europea fluirán hacia Estados Unidos en los próximos tres años es arriesgada. Si el presidente estadounidense decide que los europeos no han cumplido su parte del trato, tendrá una excusa para anular el acuerdo.
Tan solo un día después de anunciar el acuerdo que impondrá un arancel del 15 % a la mayoría de las importaciones europeas a Estados Unidos, las dos partes parecían no estar de acuerdo en muchos detalles, incluida la promesa de inversión de la Unión Europea. La Casa Blanca dijo el lunes que la promesa “masiva” sería “adicional” a los flujos de inversión actuales del bloque, que, según indicó, superan los 100.000 millones de dólares anuales. En cambio, la Comisión Europea afirmó el martes que las empresas de la UE simplemente habían “expresado interés” en invertir esa cantidad en Estados Unidos para 2029, pero sin especificar si sería adicional a los flujos existentes.
En cualquier caso, se trataría de un gran aumento. Según la Oficina de Análisis Económico, los europeos enviaron el año pasado unos 205.000 millones de dólares en nuevas inversiones a través del Atlántico. Si se excluyen los 53.000 millones del Reino Unido, la cifra de la Unión Europea se acerca más a los 150.000 millones. Si la Casa Blanca tiene razón, las empresas de la Unión tendrían que más que duplicar su gasto en inversión cada año hasta 2028 para desplegar 600.000 millones adicionales. Incluso la interpretación más modesta de Bruselas implica un salto sostenido de un tercio respecto a los niveles de 2024. Esto es tan inverosímil como la igualmente atrevida promesa del club comunitario de importar energía estadounidense por valor de 750.000 millones de dólares.
Ninguna de las promesas puede ser vinculante. El acuerdo alcanzado por Trump y von der Leyen aún no se ha formalizado en un documento firmado por ambas partes. Los funcionarios de la Comisión esperan que dicho texto pueda firmarse antes del 1 de agosto, cuando entren en vigor los aranceles estadounidenses. Pero incluso entonces, Bruselas no puede dirigir las decisiones de inversión de las empresas privadas europeas. A diferencia de Japón, que prometió un fondo de inversión igualmente vago de 550.000 millones de dólares, los Veintisiete ni siquiera pueden apoyar ni subvencionar inversiones destinadas al gigante norteamericano, ya que esos poderes pertenecen a sus Estados miembros. Cualquier impulso inversor transatlántico también choca con las políticas para fomentar la inversión y aumentar la productividad en casa.
Es dudoso que el atractivo del mercado estadounidense provoque una oleada de entusiasmo entre los inversores europeos en los próximos años. Los aranceles pueden ayudar a convencer al fabricante de automóviles Volkswagen y al gigante del lujo LVMH de producir más en la mayor economía del mundo. Pero también deben tener en cuenta el efecto de las barreras comerciales en las cadenas de suministro, las políticas impredecibles de Trump y las consecuencias de unos precios de importación más altos en el crecimiento y la inflación de Estados Unidos.
Si los acuerdos comerciales de Trump no logran ofrecer el auge económico que promete a sus votantes, puede que busque una excusa para revisar el acuerdo con la UE. Entonces, Von der Leyen lamentará haber hecho una promesa vaga que sabía que no podía cumplir.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Pierre Lomba, es responsabilidad de CincoDías.
