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Tribuna
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Formarse hoy es prepararse para el futuro

Es imprescindible desarrollar medidas que fomenten la acumulación de capital humano teniendo en cuenta la evolución del mercado de trabajo

Estudiantes de bachillerato en la Universidad Politécnica de Valencia durante la convocatoria extraordinaria de EBAU.

La literatura económica destaca la trascendencia del capital humano para el crecimiento económico. El concepto fue desarrollado por Gary Becker, en 1964, su mayor contribución al análisis microeconómico. Se considera uno de los factores fundamentales, que se refleja en una mayor productividad de las personas a través del grado de formación en los procesos productivos. Es decir, en actividades que miran hacia el futuro.

La teoría del capital humano funciona por analogía con la del capital financiero o físico. En este contexto, Gary Becker consideraba que, como cualquier tipo de capital, tomar decisiones para fomentar la inversión en capital humano puede traer beneficios adicionales, mientras que una menor inversión es justo lo contrario, reduce el crecimiento económico.

Frecuentemente el valor educativo se aplica como indicador del capital humano. En 2023, en España el nivel de formación alcanzado por la población adulta (25–64 años) se sitúa entre los países que tienen un mayor porcentaje de personas con estudios básicos (primaria y primera etapa de secundaria), es decir, aquellas personas que han estudiado hasta la primera etapa de educación secundaria (35,8%) duplican ampliamente a los de la UE (16,4%), según la OCDE.

Todo ello tiene que ver con el grado de abandono escolar temprano. Aunque se ha reducido de manera sustancial en las últimas décadas en España, continúa todavía siendo preocupante, con una de las mayores tasas entre los países europeos.

En este sentido, es interesante efectuar un análisis más profundo sobre la situación de los jóvenes de 18 a 24 años, en 2023, debido a que la segunda etapa de educación secundaria se suele finalizar en torno a los 18 años. Son jóvenes que no reciben formación y además están desempleados o inactivos, es decir, “ni estudian ni trabajan” (NEET, por sus siglas en inglés).

Son personas que preocupan por su elevado nivel de vulnerabilidad debido a sus menores tasas de empleo y bajos salarios. España (17,8%) se encuentra en peor situación que la UE (12,9%), según la OCDE.

En este aspecto, sobre los estudios terciarios (estudios superiores que se realizan después de la Educación Secundaria Obligatoria) en España cabe destacar que en los últimos cinco años se aprecia un sustancial aumento (1.430.000 personas). Al analizar los niveles de educación, 20 a 64 años, se puede observar un impacto muy positivo en la tasa de empleo.

Las personas con nivel educativo alto tienen un empleo muy superior (84%) frente a los que habían completado un nivel educativo bajo (61%). En la UE estos porcentajes son del 89% y del 57% para los mismos conceptos. A pesar de su crecimiento, la tasa media de empleo en España (71,4%) todavía se sitúa por debajo de la UE (75,8%), según Eurostat.

La creación de puestos de trabajo de alta cualificación no ha sido suficiente para contrarrestar el aumento de las personas con niveles educativos terciarios. El mercado laboral no ha seguido la misma evolución. Ello ha dado lugar a que España, en 2024, sea el país europeo con mayor tasa de sobrecualificación (34,5%), muy por encima de la tasa media del conjunto de la UE (21,3%), según Eurostat.

Las diferencias entre educación y empleo afectan con mayor intensidad al desajuste educativo debido a que muchas personas realizan tareas laborales cuya formación supera a la requerida por el puesto de trabajo. Según el Banco de España, en el informe anual de 2024, “existe un desacople entre las habilidades requeridas y las disponibles”. Los demandantes de empleo, ante la falta de puestos de trabajo de calidad acordes con su preparación formativa o experiencia, optan por cualquier tipo de empleo, aunque los mismos no tengan nada que ver con sus niveles de competencia. Incluso buscan trabajos en el extranjero.

Un número considerable de puestos de trabajo ofrecidos se aglutinan en sectores poco cualificados. Es un problema estructural que necesita de medidas adecuadas con el fin de no desaprovechar el talento disponible. El siglo XXI es un siglo acelerado que demanda adoptar estas estrategias. Es imprescindible desarrollar medidas que fomenten la acumulación de capital humano teniendo en cuenta la evolución del mercado de trabajo en función de su desarrollo e innovación tecnológica, como asimismo de la transición ecológica. Formarse hoy es mirar hacia delante.

Vicente Castelló Roselló es profesor de la Universidad Jaume I y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local

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