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La Lup
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los nacionalismos atascan las fusiones bancarias en Europa

El Gobierno de Portugal veta a la banca española, el alemán y el italiano frenan a Unicredit y el español perjudica a BBVA

Pedro Sanchez

El consenso de los analistas asegura que Europa necesita empresas más grandes para hacer frente a Estados Unidos y China, como así se destaca en los informes de Draghi y Leta. Sin embargo, los gestores de los bancos ponen sobre la mesa operaciones que los Gobiernos, siempre atentos a las urnas, intentan descarrilar con argumentos que acuden más a lo emocional que a lo racional. Es igualmente cierto que buena parte de estas operaciones son hostiles: nacen sin acuerdo entre los protagonistas, lo que facilita que se engrase la disensión. Este panorama se está extendiendo por toda Europa, desde los países más ligeros del sur, a la dura Alemania.

España. La oferta de compra hostil lanzada hace un año por BBVA sobre Sabadell cuenta con las bendiciones técnicas (BCE y CNMC) y, pese a todo, el Gobierno de Pedro Sánchez, que desde el primer momento mostró su oposición, se ha convertido en el mayor defensor de la continuidad de Sabadell como banco independiente, acogiéndose a un etéreo interés nacional. La consistencia de las razones del Gobierno queda desnuda cuando se recuerda que este ejecutivo propició y apoyó sin ambages la absorción de Bankia por CaixaBank. En aquella operación, Sánchez tenía todo el poder. El Estado tenía el 62% del capital de Bankia, como consecuencia del dinero público que hubo que inyectarle en 2012 para salvar a sus depositantes, por lo que no necesitaba a nadie para frenar los planes de Isidro Fainé, y los apoyó con entusiasmo.

Bankia era la cuarta entidad española en septiembre de 2020. Contaba con 126.000 millones en créditos y 123.000 millones en depósitos, gestionados por 16.000 empleados en una red de 2.130 oficinas muy presente en todo el territorio nacional, ya que la entidad era el resultado de la fusión de una quincena de cajas de ahorros de diferentes regiones lideradas por Caja Madrid. Banco Sabadell tiene hoy un tamaño de negocio en España un 10% menor al que tenía entonces Bankia, con la mitad de oficinas (1.153) y un 15% menos de plantilla (13.594). Si al Gobierno le preocupara de verdad la competitividad entre los bancos, la financiación de las pymes y el riesgo de exclusión financiera en el mundo rural, le habría parecido que la desaparición de Bankia era más grave que la de Sabadell.

¿Qué ha pasado desde 2020 para que el Gobierno de Sánchez haya pasado de empujar la dilución de Bankia en CaixaBank a querer impedir que BBVA absorba Sabadell? Las elecciones de 2023. El resultado de las urnas llevó a un Gobierno dependiente del voto de partidos minoritarios, como ERC y Junts. A esto se suma que BBVA cometió el error de negociar la oferta en medio de las elecciones catalanas de mayo del año pasado. Todas las fusiones acarrean cierre de oficinas y recortes de empleo, por lo que de inmediato la operación se convirtió en tema de campaña y todos los partidos, incluido el PSC-PSOE del actual president de la Generalitat, Salvador Illa, se conjuraron con la dirección de Banco Sabadell. BBVA se equivocó en el calendario de su opa y ha convertido a Sabadell en un símbolo de nacionalistas e independentistas, esenciales para la continuidad de Sánchez.

Portugal. El vecino ibérico tiene por delante la venta de Novo Banco, una entidad rescatada durante la crisis y propiedad del fondo Lone Star (75%) y el Estado portugués (25%). Lone Star quiere vender y el ministro de Finanzas, Joaquim Miranda, ya ha querido marcarle el camino. “Me parece que va en interés del país que no haya una excesiva dependencia, una excesiva concentración de nuestro sector bancario en manos de bancos de un solo país, como es el caso de España”.

La declaración del ministro trataría de frenar el interés de CaixaBank, que, con la adquisición de Novo Banco, que es el cuarto del país, disputaría el liderazgo del mercado portugués a la entidad pública Caixa Geral. Actualmente, Santander es el tercer banco de Portugal; CaixaBank, el quinto, y Abanca y Bankinter, el octavo y el noveno. Sorprende el rechazo a los bancos de un país de la zona euro, cuando Portugal se está convirtiendo en destino estratégico de China. El grupo chino Fosun es el principal accionista del segundo banco portugués (BCP) y controla la mayor aseguradora (Fidelidade).

Alemania. Andrea Orcel, CEO de Unicredit, tiene una estrategia clara de crecimiento con compras. En septiembre del año pasado compró una participación en Commerzbank al Estado alemán y, tras sucesivas adquisiciones de derivados, controla ya el 30%. Su objetivo es fusionarlo con su unidad germana, HypoVereinsbank, y en la suma lograr ahorros de costes. El problema es que el Gobierno alemán, tanto el anterior como el actual, no quieren que el segundo banco de su país esté controlado por italianos.

El socialdemócrata Lars Klingbeil, vicecanciller y ministro de Finanzas del nuevo Gobierno, encabezado por el conservador Friedrich Merz, dijo a la semana de ser nombrado: “Contamos con la independencia de Commerzbank”. El acoso de Unicredit ha hecho que sea el banco europeo que más se ha revalorizado en Bolsa, además de que sorprendió positivamente al mercado con los resultados del primer trimestre. La dirección de Commerzbank va ganando tiempo mientras Orcel dice que no tiene prisa y se va metiendo en nuevos problemas.

Italia. En noviembre pasado, Andrea Orcel lanzó una oferta por la tercera entidad del país, Banco BPM, con cuya integración se convertiría en líder, por delante de Intesa Sanpaolo. De inmediato, rotunda oposición del Gobierno de Giorgia Meloni, que quiere crear una alternativa a los dos grandes bancos italianos mediante la fusión de Banco BPM y Banco Monte dei Paschi di Siena, donde el Estado italiano tiene una participación clave, consecuencia de la inyección de dinero para salvarlo.

Para frenar a Unicredit, el Gobierno italiano ha utilizado una normativa, golden power, que en realidad está prevista para frenar a inversores extranjeros que entran en sectores estratégicos, y que le ha servido para imponerle restricciones. El Gobierno da a Unicredit nueve meses para salir totalmente de Rusia y le marca unas limitaciones que en la práctica impiden obtener las sinergias que justifican la fusión. Orcel ha respondido denunciado al Gobierno ante los tribunales locales, en un intento de buscar una negociación.

Estas casuísticas en cuatro países de la zona euro ponen de manifiesto la dificultad de aterrizar la urgencia de construir un proyecto común para Europa con las miserias políticas de cada país. Mientras los políticos sigan con una mirada de presbicia, difícilmente van a ver más allá de su nariz.

Aurelio Medel es periodista y octor en Ciencias de la Información

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