La UE quizá deba aceptar una versión aguada del acuerdo EE UU-Reino Unido
La estructura del bloque puede dificultar concesiones como la de abrir su mercado al vacuno estadounidense

La UE está atrapada en el purgatorio comercial de Donald Trump. Semanas después de que Gran Bretaña llegara a un acuerdo con EE UU para excluir el acero y los automóviles de su arancel básico del 10%, la situación de Bruselas sigue sin estar clara. El riesgo es que termine con una versión aguada del acuerdo del Reino Unido.
La UE necesita una solución más que su exmiembro, cuyas importaciones y exportaciones con EE UU están bastante equilibradas. La UE exportó 532.000 millones de euros en bienes al país norteamericano en 2024, mucho más de lo que importó. Pero afronta a un arancel general del 10%, un gravamen recíproco adicional del 10% y tipos más elevados del 25% en sectores como el automóvil, el acero y, posiblemente, los medicamentos. Si el acuerdo con Reino Unido sirve de modelo, Bruselas podría esperar reducir el arancel básico al 10% y rebajar los gravámenes sectoriales.
Pero eso parece complicado. El ministro de Comercio sueco, Benjamin Dousa, ha criticado el acuerdo con Reino Unido por considerarlo demasiado débil, y los líderes europeos en general no ven un arancel del 10% como un punto final aceptable, sino como una base para acercarse al impuesto comercial medio del 1% que aplica la UE. Mientras, el acuerdo de Keir Starmer con EE UU podría considerarse una violación de las convenciones comerciales mundiales que exigen que se ofrezca el mismo acuerdo a otros Estados. A Bruselas, que se enorgullece de su enfoque basado en normas, le resultaría más difícil.
En todo caso, puede que Trump no ofrezca un acuerdo al estilo del de Reino Unido. El presidente quiere reducir el superávit comercial de 198.000 millones de euros de la UE con su país, y los aranceles son una herramienta para hacerlo. Reducir los gravámenes también supone una disminución de los ingresos para Washington.
La estructura de la UE exige que la mayoría de los miembros respalden los acuerdos comerciales. Eso podría obstaculizar las concesiones que Starmer estaba dispuesto a aceptar cuando dio a los exportadores de carne de vacuno de EE UU un mayor acceso a los clientes británicos. Una reducción de los aranceles de la UE sobre la carne de vacuno y un aumento sustancial de las cuotas de importación podrían enfurecer a los agricultores franceses. Y la reducción de las exportaciones de medicamentos de Irlanda, por valor de 33.000 millones de dólares, molestaría a Dublín.
Dada la necesidad de Europa de elevar el gasto en defensa y dejar de depender del gas ruso, Bruselas tiene algunas cartas que jugar. A cambio de aranceles en ciertos sectores o recíprocos más bajos, podría reducir su superávit elevando masivamente las importaciones estadounidenses de ambos productos. No obstante, el bloque espera, en última instancia, ser más autosuficiente en materia de armamento y reducir su uso de combustibles fósiles, lo que rebajaría la potencia última de estas promesas.
Bruselas puede ofrecer la zanahoria de colaborar con Washington para combatir el exceso de capacidad siderúrgica de China, y el palo de golpear a EE UU con un impuesto digital o imponer sus propios gravámenes al país. Pero el impacto del 0,7% en el PIB de la UE que Goldman Sachs estima que tendría un acuerdo que redujera los aranceles menos que el del Reino Unido no es mucho mejor que el posible golpe del 1% que supondría no llegar a ningún acuerdo. Los Estados miembros deben prepararse para un resultado subóptimo.
La batalla de las empresas
Home Depot afirma que no va a dar un golpe duro a sus clientes. Pero puede que lo acaben sufriendo. El minorista de EE UU de productos para el hogar es el último en mantener sus estimaciones sobre los resultados del año completo, ya que planea mantener los precios estables, pese a los aranceles. Pero las señales de una desaceleración del consumo son cada vez más evidentes.
Los ejecutivos de Home Depot subrayaron el martes que más del 50% de su inventario ya se abastece en EE UU, y que tienen la oportunidad de hacerse con cuota de mercado si otros no pueden mantener los precios. Esto les ha dado la confianza suficiente para no cambiar sus previsiones, al igual que Disney, que afirma que no está sufriendo caídas en las reservas de sus caros parques temáticos ni en sus perspectivas financieras generales. Por otra parte, Amazon asegura que está “obsesionado” con contener los precios.
Pero el optimismo actual no garantiza la disciplina futura. Walmart advirtió la semana pasada de que podría subir los precios. Es un cambio respecto a su postura anterior, cuando también aprovechó la oportunidad para ganar cuota de mercado.
Es fácil entender por qué los ejecutivos están ansiosos por mantener el statu quo. Desde los donuts hasta el café y las hamburguesas, ya se observan signos de retroceso del consumo. Starbucks ha informado de que las ventas en EE UU de las tiendas abiertas desde hace al menos 13 meses cayeron un 2% interanual en el trimestre enero-marzo. McDonald’s y Krispy Kreme registraron descensos similares.
El pesimismo es generalizado. La encuesta de confianza del consumidor de la Universidad de Míchigan registró en mayo su nivel más bajo desde mediados de 2022. La percepción de los estadounidenses sobre su situación financiera es cada vez más sombría, y muchos esperan que empeore, según la Reserva Federal de Nueva York.
Del mismo modo, las transacciones relacionadas con los viajes en avión y los hoteles se redujeron drásticamente en abril, según los datos de tarjetas de crédito recopilados por Bank of America. Esa debilidad se reflejó en los comentarios de las webs de Expedia, Airbnb y Hilton.
Por ahora, la atención de los inversores se centra en la amenaza inmediata de los aranceles. Si el consumo se debilita, la capacidad de mantener los precios o cumplir las previsiones más optimistas es realmente un impulso importante. Pero la experiencia de Walmart demuestra lo rápido que la realidad puede trastocar los planes de los CEO. Peor aún, aunque los inversores puedan aplaudir una gestión inteligente, una recesión más sostenida y generalizada afectará inevitablemente a todo el mundo. Evitar la ira de Trump por repercutir los costes es solo la mitad de la batalla.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías