Una era de incertidumbre
España se libra del recorte general de previsiones económicas del FMI, pero conviene vigilar la evolución de la guerra comercial


La economía mundial transita un camino de incertidumbre. Y no solo por las evidentes tensiones geopolíticas que siguen vivas (Ucrania, Palestina, Yemen…) sino porque la guerra arancelaria anunciada y puesta parcialmente en pausa por Donald Trump ha hecho entrar al sistema capitalista en un terreno desconocido. Una “nueva era” en palabras de Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del Fondo Monetario Internacional. El organismo con sede en Washington actualizó ayer sus Perspectivas de la economía mundial con un resultado esperable pero no por ello menos preocupante: este año el crecimiento global será medio punto inferior al esperado anteriormente. El PIB mundial avanzará un 2,8%, en lugar del 3,3% previsto hasta que la Casa Blanca abrazó con una fuerza inesperada la fe proteccionista.
Podrá aducirse que no es la primera vez que el proteccionismo se convierte en una fuerza dominante de las relaciones comerciales. Pero como el propio informe del FMI recuerda, nunca hasta la historia reciente se había alcanzado un grado de integración económica global tan elevado. Y por tanto el escenario de reversión de ese modelo, máxime cuando lo preconiza la primera potencia, forzosamente conduce a un camino de resultados impredecibles.
Por lo pronto, el PIB estadounidense perderá casi un punto de crecimiento este año. China, segunda economía mundial y el único país donde la guerra comercial con Trump ya es total ahora mismo, se dejará 0,6 puntos. La zona euro perderá dos décimas, pero con un rendimiento total mucho más anémico que el de las dos mayores economías mundiales: apenas avanzará el 0,8%.
En ese panorama, brilla España como única gran economía a la que el FMI no aplica la tijera. Al contrario, y como ya se anunció, los técnicos del Fondo creen que el PIB español crecerá este año un 2,5%, dos décimas más de lo previsto. A su favor juegan una balanza comercial (deficitaria) con la primera potencia y el hecho de que el comportamiento económico reciente ha superado las expectativas. La buena racha se prolongará a 2026, cuando se espera un avance del 1,8%, de nuevo el mayor entre las economías avanzadas.
Pero las previsiones no deben conducir a lecturas triunfalistas ni derrotistas. El propio Fondo pide a los bancos centrales que sigan la evolución de la guerra comercial y sus efectos. Un recordatorio de que, ante situaciones de alto nivel de deuda pública como sucede en España, manda la cautela por si la crisis comercial muta en crisis financiera. Y por otro lado, si el rumbo para EE UU parece irreversible por razones políticas, para el resto de países no está todo dicho. El futuro también pasa por la contestación que den, individual y colectivamente. Convendría que esa respuesta tenga en cuenta otra demanda que apunta el FMI: previsibilidad y normas, frente a la incertidumbre que ha sembrado Trump.