Las claves: ¿superará la IA a la máquina del fax?

Internet creó grandes expectativas que no supo cumplir con la inmediatez que el mercado esperaba de él

Un fax de 1997.Science & Society Picture Library (Getty Images)

Hacer predicciones en economía es muy, muy, difícil. Y, como dice el chiste, si alguien supiera hacerlas, “no estaría aquí” (sería Warren Buffett, concretamente). Tal es la dificultad, que ahora que vuelven a sonar los tambores de la burbuja puntocom –a raíz del estreno de Gladiator II, justo 25 años después de la primera y de la explosión de aquella burbuja: una prueba irrefutable– conviene acordarse de que hasta los mejores fallan. Paul Krugman, Nobel de Economía, predijo, por ejemplo, que el impacto de internet en la economía no sería mayor que el de la invención de la máquina del fax.

No es necesario aclarar que se equivocó, evidentemente, pero quizá no tanto, al menos de forma inmediata. Internet creó grandes expectativas que no supo cumplir con la inmediatez que el mercado esperaba de él, y acabó arrasando los parqués en un pinchazo que aún provoca estrés postraumático en algunos analistas de Bolsa. Pero ahora no se puede entender el mundo sin él. Sobre la IA vuela la misma sospecha. Esperemos, por el bien de los mercados, que esté a la altura de los acontecimientos. O, al menos, a la altura de la máquina del fax.

En lo relativo a Venezuela, la Casa Blanca no entiende de lealtades

Muchos venezolanos residentes en EE UU votaron a Donald Trump, que prometía mano dura contra Nicolás Maduro. El republicano suele avisar de lo que va a hacer –por bárbaro que sea–, pero en este caso siguió el manual habitual de los políticos e hizo lo contrario a lo prometido, decidiendo que Venezuela es un país seguro, poniendo en peligro la residencia de los exiliados. Ahora, la Casa Blanca amenaza con un arancel del 25% a los países que compren petróleo o gas al país sudamericano. En unos y otros casos, parece seguir el manual del Imperio Romano: no pagar a traidores. Y hacer siempre lo que más le convenga al imperio, en este caso el estadounidense.

El laberinto sin salida del convenio Muface

Resuelto –tapado con un parche grande, un 40% más– el tema Muface, la autoridad fiscal propone alternativas a un sistema que los últimos tiempos han demostrado anacrónico. Desde la Airef vienen a defender que no tiene mucho sentido la adscripción obligatoria al régimen mutualista –para luego elegir entre asistencia pública o privada–, porque, aunque elijan la primera, tanto ellos como el Estado siguen aportando. Además de reclamar una incorporación gradual de los nuevos funcionarios al sistema público. Ambos son retos mayores para el Ejecutivo. Estos y otros, con todo, pueden esperar a finales de 2027, que es cuando acaba el parche actual, en principio. Ese mismo año, paradojas de la vida, acaba la legislatura. A ver quién se atreve a jugar con la salud de dos millones de votos.

La frase

Estoy profundamente preocupado por el cierre de Heathrow. Es evidente que hay preguntas por responder. No quiero que un aeropuerto tan importante vuelva a caer como sucedió el viernes

Keir Starmer, primer ministro de Reino Unido

Tiempos extraños en los que hacer ejercicio requiere una disciplina espartana

La realidad conspira contra el ejercicio físico: podemos conseguirlo casi todo a golpe de móvil, sin movernos del sofá. Incluso salir a la calle a hacer la compra, o incluso a adquirir un menú de comida para cenar requiere cierta disciplina física, incluso moral. Ya decididos a movernos, podemos tener la tentación de coger el ascensor, en vez de bajar por las escaleras. Y después, podemos incluso optar por el coche, aunque sea para dar la vuelta a la esquina.

Luego nos quejaremos de que no nos da el presupuesto para gasolina o para empresas de reparto a domicilio, pero eso será después. Hay quien sucumbe a la pereza en esos casos, pero luego se va a correr o a jugar al pádel. Son tiempos extraños.