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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Alemania levanta el pie del freno

Una economía sana necesita de inversión, tanto pública como privada

Friedrich Merz
CINCO DÍAS

En el motor económico de Europa los trenes llegan tarde. Aunque estético, este hecho refleja mejor que cualquier dato el sambenito que ha venido arrastrando Alemania, primera economía europea, en los últimos años: la infrainversión pública. El que ha actuado como policía fiscal de la eurozona durante casi la última década da, por fin, el giro que necesita su economía y levanta el freno de la deuda, el límite constitucional al apalancamiento público que impuso en la crisis financiera.

En su particular whatever it takes –la frase con la que el expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, salvó el euro–, el futuro canciller alemán, Friedrich Merz, ha conseguido, sin haber sido investido aún, aunar los apoyos necesarios para dar un giro de 180 grados a la rígida política fiscal alemana. Para ello, sin embargo, ha sido necesaria una guerra en Europa, una crisis energética, dos años consecutivos de contracción del PIB, una transformación del orden geopolítico y la caída de un Gobierno.

Berlín se dispone a movilizar hasta un billón de euros, que servirán no solo para rearmarse, sino para renovar sus infraestructuras y, con suerte, despertar a su deprimida industria. Esta, primera espada económica del país, ha vivido en la bonanza en la última década, bañada con el barato gas ruso e impulsada por las exportaciones a China. Ninguna de estas dos condiciones, que explican en buena parte la autocomplacencia germana, se puede dar por asegurada en estos momentos.

Aunque el interés de su deuda ha sufrido con la decisión, la República Federal dispone de músculo para afrontar el aumento del gasto. Con una deuda sobre PIB del 84%, un océano separa el apalancamiento alemán del de sus aliados más cercanos: Francia supera el 113%, Italia el 136,3% y España el 104%. Y ahora que nos dirigimos a una era de renovado gasto, no deberían olvidar estos las lecciones que dejó la gran crisis.

Una economía sana necesita de inversión, tanto pública como privada. Y es lamentable –digno de lamento– que Berlín haya despertado del letargo fiscal tan tarde, y forzado por necesidades de defensa. Pero es mejor que nada. La implementación rápida del plan podría poner a funcionar a la economía y devolverla a un ritmo de crecimiento del 2% tan pronto como el año que viene, apuntan los expertos nacionales más optimistas. Uno de los primeros proyectos que se beneficiará del impulso será la renovación de la infraestructura ferroviaria. Para que, en el país que aspira a volver a ser locomotora de Europa, los trenes dejen de llegar tarde.

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