La banca pone sus barbas a remojo ante el escenario de tipos
Aunque ha elevado los dividendos a un ritmo que los accionistas no pueden más que agradecer, también ha optado por repartir exceso de capital vía recompras


Que la deuda española es un activo apreciado por los inversores no es una cuestión subjetiva, ni un lugar común al que acuden los distintos responsables del Ministerio de Economía; las últimas colocaciones sindicadas del Tesoro (operaciones en las que apela a inversores de todo tipo a través de un conjunto de bancos de inversión), han registrado demandas históricas. En la colocación de enero de deuda a 10 años, la demanda fue de 139.000 millones, para una emisión de 15.000 millones. En realidad, la demanda de ese día habría bastado para cubrir la mitad de las necesidades de financiación de España, 274.000 millones en términos brutos, o para cubrir dos veces los 66.000 millones de emisiones netas previstas para este año.
Es este contexto sobre el que las entidades financieras españolas están engordando su cartera de deuda, que ha crecido un 30% en dos años hasta superar los 200.000 millones. No es, a diferencia de lo ocurrido hace 10 o 15 años, el sector financiero doméstico acudiendo (tanto por interés patrio como por las facilidades de financiación que otorgaba el BCE) al rescate del Tesoro en un momento de riesgo existencial para la zona euro (entendida como unión monetaria).
La banca sabe que el viento de cola de 2023 y 2024 será complicado de mantener, y lleva trimestres pensando en cómo prepararse. Así, aunque ha elevado los dividendos a un ritmo que los accionistas no pueden más que agradecer, también ha optado por repartir exceso de capital vía recompras, para no exponerse en un futuro a recortes del dividendo demasiado abultados. En paralelo, optó por acelerar el grifo crediticio a finales de 2024 y por aumentar los ingresos por comisiones. La inversión en deuda pública se entiende dentro de esta estrategia preventiva: los bonos comprados a tipos relativamente altos van a dar un rendimiento seguro y quizás algo más alto que otras operaciones de activo, además de suponer un colchón para aumentar el margen mediante la venta de estos activos si es preciso.
El sector parece listo para afrontar un entorno de tipos más complejo. Pero es más difícil prepararse para los imprevistos, y el mundo anda últimamente plagado de ellos. Las entidades españolas llevan unos días complicados en Bolsa, lastradas por el impacto de la guerra comercial en sus negocios en América, además de sufrir la corrección propia de los valores que han subido mucho y el contagio del mal momento de Wall Street. Razón de más para nadar y guardar la ropa.