Las claves: el retorno del hijo pródigo acaba con el drama Muface
Adeslas, la aseguradora privada de salud, seguirá prestando asistencia sanitaria a los trabajadores públicos
Tras no pocos disgustos, un drama propio de La isla de las tentaciones, y algún que otro vaivén, parece que la incertidumbre que ha tenido en vilo a un millón de funcionarios se disipa: Adeslas, la aseguradora privada de salud, seguirá prestando asistencia sanitaria a los trabajadores públicos adscritos al convenio de Muface. Para ello ha sido necesario que el Estado eleve la oferta un 40%, además de abrirse a compensar las pérdidas en que las aseguradoras puedan incurrir en el desempeño del contrato, algo cuando menos poco común en la Administración pública. Todo ello ha sido suficiente para convencer al hijo pródigo de que vuelva al servicio que lleva prestando desde que comenzase la mutualidad administrativa. Los empleados públicos pueden estar tranquilos: la gestión privada de su sanidad está asegurada. “Esto confirma que siempre hemos estado a favor de este modelo por los beneficios que ofrece a los funcionarios y sus familiares y las ventajas que supone para el conjunto del sistema sanitario”, apuntan desde Adeslas. Una win win situation, que dicen los anglosajones: todos ganan. En el caso del Estado, no está tan claro el qué.
La regla de gasto de la UE va a acabar siendo la excepción y no la norma
Si les preguntaran a los ciudadanos europeos qué les preocupa más, si la amenaza de Putin o la cuestión de la vivienda, es probable que lo segundo saliera por delante; desde luego, en el caso de España, donde Rusia suena a algo bastante lejano. Es llamativo, en cualquier caso, que los Gobiernos europeos estén dispuestos a saltarse la regla de gasto para invertir más en defensa, y no se les haya ocurrido hacerlo con la vivienda, como sugieren, eso sí, una docena de alcaldes del continente, entre ellos el de Barcelona. Entre unas y otras partidas, al final la regla de gasto va a ser la excepción, más que la norma.
Orfebrería bursátil o por qué hay que salir a tocar césped
En un mundo copado por números y algoritmos, donde la inversión se ha democratizado a golpe de clic, y cada vez tiene que ver menos con el olfato que con los parámetros de un Excel, quedan todavía gestores de la vieja escuela, de sobremesa en reservado de restaurante de postín y de intuición basada en las personas, y no en los números.
Aunque sea una especie en extinción, esta vieja guardia ha demostrado en más de una ocasión una eficiencia superior a la de los mercados. Y en las Bolsas que navegamos ahora, más automatizadas y unánimes que nunca, es un planteamiento que puede tener sentido. Pero para ello hay que salir a la calle y tocar césped. Y tener, a ser posible, una gran agenda de contactos.
La frase
Estoy en contacto activo e intenso con los países que no llegan al 2% del PIB en gasto en defensa, y les advierto de que, si no reaccionan a mis llamadas, podrían recibir otra de un hombre muy simpático de Washington, que quizá tenga menos pacienciaMark Rutte, secretario general de la OTAN
Los ricos que no quieren estar gordos no tienen ni que hacer ejercicio
Ozempic ha puesto de acuerdo a Bernie Sanders, senador del lado más izquierdista del Partido Demócrata de EE UU, con Elon Musk, el recortador jefe de la Casa Blanca. Coinciden en que los medicamentos para la obesidad deben ser más asequibles para el común. Eso sucederá más pronto que tarde, cuando caduquen las patentes, pero, mientras, usar estos fármacos sin necesidad de un diagnóstico de enfermedad es otra señal de estatus socioeconómico (y también de espíritu aventurero, al arriesgarse a los efectos secundarios sin una causa grave que lo justifique). En paralelo, aumenta el rechazo a los kilos, que a menudo son señal de mala salud, pero que también pueden responder al metabolismo natural de algunas personas. Lo de hacer ejercicio, para otro día.
