La renta fija a corto plazo es el activo estrella en 2025
Dados los niveles a los que cotiza Wall Street y la debilidad que atraviesa Europa, parece la mejor opción
Inversores y ahorradores suelen terminar cada año haciendo un balance de lo que ha ocurrido y preguntándose qué deparará el año entrante, siendo esta última, obviamente, la parte difícil. La situación se complica aún más cuando el cambio de ejercicio coincide con un cambio de Gobierno en Estados Unidos y el líder de la nueva Administración es Donald Trump.
Si analizamos el contexto sin tener en cuenta el efecto Trump (lo haremos más adelante), podemos extraer las siguientes conclusiones:
Primera. El activo financiero más atractivo para 2025 desde el punto de vista del binomio rentabilidad-riesgo es la renta fija a corto plazo. Con unos tipos de interés aún altos, la oportunidad para el ahorrador o el inversor conservador sigue estando vigente. Además, el beneficio de invertir en renta fija corporativa es que ofrece un diferencial positivo respecto a la renta fija pública, con un nivel de riesgo similar en muchos casos. Es el caso de bonos o los pagarés de empresas con vencimiento inferior a los 12 meses, donde aún encontramos rendimientos que pueden superar el 4% anual, en compañías con balances saneados y con una situación operativa atractiva.
Segunda. La renta variable americana está cara. Esta es una realidad, y el principal riesgo a corto plazo a la hora de invertir en Estados Unidos. Cuando decimos que la Bolsa americana está cara, no tenemos en cuenta la comparativa de múltiplos de cotización, como el PER, entre geografías (en mi opinión, es un error proceder de esta forma, debido a las diferencias intrínsecas entre geografías, así como entre las compañías que las componen).
En su lugar, tenemos en cuenta el diferencial entre el free cash flow yield del S&P 500 (rentabilidad de la renta variable) y el rendimiento que ofrece el bono americano a 10 años (rentabilidad de la renta fija). Esa diferencia, en la actualidad, es ligeramente negativa, lo que quiere decir que comprar el bono americano a 10 años ofrece un rendimiento algo superior a lo que se podría obtener invirtiendo en renta variable, con menos riesgo. Esa deficiencia se tiene que corregir…
Tercera. Si bien es cierto que la renta variable americana está cara, hay motivos para pensar que puede seguir estándolo. El factor principal tiene que ver con los sólidos fundamentales de las empresas americanas, así como el liderazgo tecnológico y la exposición a sectores de crecimiento (como la inteligencia artificial, el ecommerce, la publicidad digital o el software, entre otros) y un contexto más benévolo para el inversor (ausencia de conflictos geopolíticos en su territorio, fiscalidad más favorable, menor regulación…). Estas variables justifican no solo una valoración más exigente, sino un recorrido adicional para que siga ofreciendo retornos atractivos a corto plazo.
Cuarta. El entorno para la renta variable europea es el caso contrario que para la americana: la Bolsa europea está barata, pero los fundamentales y el contexto de mercado son mucho más débiles que en el caso de Estados Unidos. Pensamos que la calidad superior de las compañías americanas merece una prima de valoración, o, de forma inversa, el índice europeo Eurostoxx 50 debe cotizar a un múltiplo inferior al del S&P 500. La cuestión es cuánta debe ser esa diferencia, cuestión que depende de tal cantidad de variables que resulta muy difícil de cuantificar. En definitiva, podemos concluir que la Bolsa europea puede tener recorrido a corto plazo por una expansión de múltiplo (está barata respecto al rendimiento que ofrece el bund), ya que, desde el punto de vista de los fundamentales, al contrario de lo que ocurre en Estados unidos, las previsiones no son tan optimistas.
A este análisis habría que añadir el efecto Trump. Si bien el escenario de fondo no cambia, es posible que la entrada del republicano provoque cierta volatilidad y, en caso de tomar medidas drásticas en cuestiones como los aranceles (negativo para las Bolsas, especialmente por la inflación que desataría), la regulación o la fiscalidad (estos dos últimos, muy positivos para la renta variable americana), podría cambiar el escenario de mercado. Ahora bien, sabemos que Trump tiene un perfil negociador. Esto significa que, probablemente, las medidas que tome no terminen siendo tan agresivas.
De momento, tanto la Reserva Federal como el mercado parecen haber comprado el escenario agresivo respecto a las propuestas arancelarias de Trump. Por ello, tras la reunión de la Fed de diciembre, el mercado ha dado un giro hawkish (agresivo) en cuanto a política monetaria, eliminando casi por completo la posibilidad de bajadas de los tipos de interés para 2025.
La incertidumbre es una de las características que más odian los inversores, pero deberían acostumbrarse a ella en el corto plazo con el nuevo Gobierno de Donald Trump. En caso de volatilidad, si no cambia el escenario de fondo, cualquier corrección a corto plazo puede suponer una oportunidad de inversión. En cualquier caso, dados los niveles a los que cotiza la renta variable americana y la debilidad macro y microeconómica que atraviesa Europa, seguimos prefiriendo la renta fija a corto plazo como el activo estrella para 2025.
Álvaro Jiménez es gestor de renta variable en Gesconsult.