La fusión Nissan-Honda estaría lejos de ser la panacea
Stellantis demuestra que hay que centrarse en hacer coches comprables a precios que contenten a los accionistas
Ojalá las fusiones y adquisiciones lo resolvieran todo. Nissan y Honda necesitan ayuda. El segundo y el tercer fabricante de automóviles de Japón están en conversaciones para crear un holding, informó Reuters ayer, citando una fuente cercana. Según el diario Nikkei, esta fusión podría incluir a Mitsubishi, rival de menor tamaño, y del que tiene un 24% Nissan. La reducción de costes reforzaría los márgenes del trío, cuyo valor de mercado combinado al cierre del martes era de 50.000 millones de dólares (48.000 millones de euros, al cambio actual). Pero, como demuestran los problemas de Stellantis, las alianzas por sí solas no crean grandes fabricantes.
Nissan, cuyas acciones subieron un 22% tras conocerse la noticia (Honda bajó hasta un 3%), sería la más beneficiada. El mes pasado, su consejero delegado, Makoto Uchida, presentó una reforma de emergencia que implicaba recortar 9.000 puestos de trabajo y el 20% de la capacidad de fabricación. Aun así, se espera que su margen operativo en el año hasta finales de marzo de 2026 sea de solo el 0,4%, según las previsiones recogidas por Visible Alpha. La unidad de automoción de Honda está en camino de ofrecer un margen mejor, pero apenas decente, del 4,6%, aproximadamente la mitad del de Toyota, que tiene un valor de 227.000 millones de dólares.
Calculamos que la unión total de Nissan y Honda podría mejorar el margen hasta el 7%, si consiguieran recortar los gastos equivalentes hasta el 4% de los ingresos, aproximadamente el objetivo que Renault, Nissan y Mitsubishi fijaron para su alianza en 2017. Combinar sus unidades financieras y absorber a Mitsubishi (que subió un 15% en Bolsa con la noticia) supondría un ahorro aún mayor.
La perspectiva de mayores ingresos en la entidad combinada sería aún más atractiva si el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, cumple su amenaza de imponer aranceles a las importaciones.
Pero las fusiones y adquisiciones pueden funcionar solo hasta cierto punto. Stellantis, por ejemplo, es la amalgama de una serie de negocios diferentes, empezando por la adquisición en 2017 de Opel, el negocio europeo de General Motors, por parte de Peugeot. El éxito del entonces consejero delegado, Carlos Tavares, allanó el camino para presentar una fusión con Fiat Chrysler dos años después.
En la actualidad, la empresa está lidiando con una caída de las ventas y una reducción de los márgenes debidas, en gran parte, a unos coches sobrevalorados y poco atractivos en Estados Unidos. Los desacuerdos en el consejo de administración sobre cómo solucionar el problema llevaron a Tavares a dimitir este mes.
Una fusión bien ejecutada podría dar tiempo a Nissan y Honda no solo para recortar gastos, sino también para reforzar su mediocre cartera, sobre todo de coches eléctricos e híbridos. Stellantis demuestra que si los ejecutivos no se centran en producir vehículos que los clientes quieran comprar a precios que mantengan contentos a los accionistas, es probable que cualquier unión vuelva a salirse de la carretera.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías