La inversión en fondos, entre la efervescencia y la diversificación
Los gestores no ven malas perspectivas ni para la Bolsa ni para la deuda, aunque la de menor riesgo cada vez renta menos
Los datos de los mejores fondos de inversión de 2024 dejarán una difícil papeleta a los gestores que con un perfil clásico deban explicar los resultados a los clientes con menos conocimientos financieros. La media de los productos de inversión colectiva ha rentado un 7%, pero los productos que han cogido la ola buena (la tecnología y los criptoactivos) han ofrecido rendimientos de hasta tres dígitos. Y los productos ligados al S&P 500 o al Nasdaq han rondado, incluyendo el efecto divisa, el 20% o el 30%.
La disyuntiva de cara al ejercicio que empieza es clara, y así se nota, precisamente, en un sector donde se combinan los productos tradicionales con otros que añaden una nueva capa de diversificación, en los que mejor quedan en la fotografía de 2024, que son aquellos con las inversiones concentradas en los segmentos de mercado más exitosos. Lo que nadie sabe a priori es cómo acertar. El mercado ha registrado profundos cambios en su comportamiento (preferencia de los inversores, sobre todo pequeños, por altos niveles de riesgo y explosión de los productos de gestión pasiva, principalmente) que se han retroalimentado con fuerzas económicas derivadas del desarrollo de la tecnología digital (blockchain e inteligencia artificial). Es fácil diagnosticar que esta combinación ha dejado muchos indicadores en niveles que, con parámetros tradicionales, son caros. Pero es difícil aventurar si podrán estarlo aún más sobre la base de un cambio de paradigma. A ello se suma un contexto geopolítico que cada vez tiene más importancia y que, a fecha de hoy, favorece a la renta variable de Estados Unidos. Por eso, algunos gestores aconsejan mantenerse fieles a la inercia de este efervescente 2024.
Pero en la inversión no suele ser mala idea separar los huevos en diferentes cestas. Es, sin duda, la receta para no quedar nunca el primero de la clase, pero también es el método más sencillo para no perder demasiado dinero si las cosas no salen como uno espera. En realidad, los gestores no ven malas perspectivas ni para la Bolsa ni para la deuda, aunque la de menor riesgo cada vez renta menos. La mayor parte de ellos aconseja complementar esta clásica composición de cartera (lo habitual es un 60/40) con activos alternativos (inmobiliario, capital riesgo, infraestructuras) o, en algún caso, exposición a materias primas para cubrirse ante posibles turbulencias. Cuando una gestora comercializa un fondo, siempre indica que rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras. Una letanía que conviene recordar más que nunca tras un año difícil de repetir.