El gurú ‘anti-woke’ que busca devolver la eficiencia a EE UU junto a Elon Musk
Vivek Ramaswamy, fundador de Roviant Sciences y excandidato republicano, codirigirá el departamento que pretende aligerar la burocracia estadounidense
La conciencia política puede nacer en el momento más insospechado. Incluso aprendiendo a tocar los preludios para piano de Johann Sebastian Bach. Vivek Ramaswamy, millonario financiero de origen indio, tuvo su despertar conservador siendo apenas un niño, en las clases particulares de piano que le impartía una profesora cristiana en su Ohio natal. Entre pieza y pieza, esta le comentaba al joven sus nada positivas opiniones sobre Hillary Clinton, le defendía la libertad de expresión y las virtudes del patriotismo y alababa al expresidente republicano Ronald Reagan. Todo ello, cuenta él mismo, supuso el germen de lo que acabaría siendo la voz milenial más destacada del movimiento anti-woke (antiprogre, en español). Con la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, el empresario será el encargado, junto a Elon Musk, de dirigir su nuevo departamento de eficiencia gubernamental.
Ramaswamy, de 39 años, nació y se crio en Cincinnati (Ohio), hijo de inmigrantes indios. Su madre era psicóloga geriátrica y su padre, ingeniero, trabajó para General Electric. Fue a un colegio católico, donde aprendió los valores judeocristianos que, aun siendo hindú, reivindica. Al nacer, ha contado alguna vez, su familia encargó su horóscopo, que predijo que estaba “destinado a la grandeza”. Su familia le otorgó un sentido de “superioridad profundamente arraigado”, ha declarado al New Yorker. Influido por la colocación de los astros o no, cumplió: fue el primero de su clase y llegó a competir a nivel nacional al tenis.
Aunque se presenta como científico, Ramaswamy es un financiero. Su currículum, típico en Wall Street, lo demuestra: graduado en Biología por Harvard, hizo su posgrado de Derecho en la prestigiosa Yale. En la carrera, cuenta en su libro Woke, Inc.: Inside Corporate America’s Social Justice Scam (Progre, SA: dentro de la estafa de la justicia social en la América corporativa), hizo unas prácticas en un fondo de inversión, del que salió asqueado. Las siguientes, en Goldman Sachs, no mejoraron mucho: el trabajo le pareció una “farsa”, donde banqueros en trajes a medida aparentaban estar ocupados.
Al graduarse, comenzó a trabajar en el fondo QVT como analista, un empleo que combinó con los estudios de Derecho. En Yale conoció a su mujer, Apoorva, una médica con quien tiene dos hijos. Y también se hizo amigo de otro estudiante que, como él, era aficionado del equipo de fútbol americano Cincinnati Bengals: J. D. Vance, el que ahora será vicepresidente de Estados Unidos.
Tras siete años en QVT, fundó Roivant Sciences, una startup de biotecnología. El desarrollo de fármacos es un proceso largo y costoso, que muchas veces acaba en la nada. La idea era buscar fármacos cuyo desarrollo estaba estancado y, a través de filiales, comprarlos y financiarlos hasta su aprobación y venta. En 2015, y con apenas 29 años, una de sus filiales protagonizó la mejor salida a Bolsa de la historia del sector con un prometedor tratamiento contra el alzhéimer. El medicamento, que adquirió por 5 millones y que rozó la valoración de 2.000 millones, acabó siendo un fracaso.
Aventura política
A pesar de haber participado en varios colectivos en la universidad, donde dio muestras de su capacidad para la polémica –defendió en Harvard que no mejoraran el sueldo a los conserjes porque la iniciativa estudiantil para hacerlo era una muestra de condescendencia–, sus primeros años como CEO no avanzaban el gurú político que es ahora. El vuelco fue una carta de Larry Fink, CEO de BlackRock, la mayor gestora del mundo, en la que afirmaba que considerarían el riesgo climático para invertir.
En febrero de 2020, Ramaswamy escribió un artículo en el Wall Street Journal, en el que defendía que la sociedad crea empresas para cubrir necesidades, “no para impulsar valores sociales con los que solo está de acuerdo un subconjunto de personas”. Comenzó así una cruzada contra los criterios ESG (que tienen factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo) y lo woke, que ha redundado en varios libros, un fondo propio de inversión anti-woke llamado original e irónicamente WhiteStone (piedra blanca, en inglés, frente a la roca negra de BlackRock; paradójicamente, esta acabó siendo una de las principales accionistas de Roivant) y, finalmente, una carrera hacia la Casa Blanca.
Candidato a las primarias republicanas, Ramaswamy se hizo un hueco en el debate político gracias a sus apariciones en el canal conservador Fox News y a sus afirmaciones polémicas, reflejo de una confianza exultante. Su aventura electoral, autofinanciada, duró poco, y acabó apoyando a Trump. En ese tiempo dejó pinceladas de por dónde irá su gestión del nuevo departamento de eficiencia gubernamental que codirigirá con Musk, como su propuesta de acabar con el 90% de los empleados de la Reserva Federal.
De su nuevo compañero de batallas, el financiero ha afirmado que es un “mono de circo” a merced del presidente de China, por la dependencia de Tesla del gigante asiático. También es verdad que el propio Trump tachó a Musk de “experto en decir gilipolleces”, y ahora es uno de sus principales asesores. Pero eso es agua pasada: todo buen polemista –y los tres lo son con honores– asume que la sombra de la hemeroteca es larga. Ahora toca entenderse.
Rapero aficionado
Músico libertario. En Harvard, superada la etapa de tocar Chopin en el instituto,
Ramaswamy, bajo el seudónimo Da Vek, hacía versiones libertarias de las canciones del rapero estadounidense Eminem,
del que es fan. En un mitin de las primarias, se animó con una versión de Lose yourself. Eminem le pidió públicamente que no usase más su música.