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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Macron tiene tres opciones: la mala, la fea y la peor

El presidente puede nombrar a otro moderado, dimitir, o designar a un miembro del partido de Le Pen

Manifestación de la izquierda contra Macron, en París, el 7 de septiembre.
Manifestación de la izquierda contra Macron, en París, el 7 de septiembre.YOAN VALAT (EFE)

Emmanuel Macron tiene tres opciones para responder a la probable caída del Gobierno francés: la mala, la peor y la fea. Todas conducirán a un deterioro de las finanzas públicas. Francia se encamina a meses de caos político, con un grave coste económico, incluso si no desencadena una debilitante crisis de mercado.

El Ejecutivo de Michel Barnier está condenado al fracaso tras solo tres meses en el cargo, debido a su incapacidad para aprobar el Presupuesto de 2025 en el Parlamento. Los partidos de derecha e izquierda han presentado mociones de censura para una votación prevista hoy. Juntos, tienen los números para hundir a Barnier, que gobierna sin mayoría tras la elecciones anticipadas de junio, que condujeron a un Parlamento colgado. Gobernar en estas condiciones habría sido un reto incluso en tiempos de bonanza. Pero Barnier tenía el dolor de cabeza añadido de llegar al cargo con un déficit fuera de control y que se prevé que supere el 6% del PIB este año.

La primera opción de Macron, la mala, sería nombrar a un primer ministro del estilo de Barnier: un centrista moderado que pudiera buscar un compromiso con Reagrupamiento Nacional. Barnier ya le había hecho algunas concesiones, por valor de unos 10.000 millones de euros, en su plan de reducir el déficit en 60.000 millones. Si hay aún más compromisos sobre la mesa, el déficit de 2025 superará probablemente el 5% del PIB que había sido el modesto objetivo de Barnier.

La segunda opción del presidente, peor que la anterior, sería nombrar a un primer ministro del partido de Marine Le Pen o del Nuevo Frente Popular. Macron podría confiar en que al hacerlo demostraría a los votantes que cualquiera de estos actores es incapaz de gobernar. Eso dejaría la reducción del déficit en un segundo plano. Durante la campaña electoral, la izquierda presentó un programa que podría haber añadido 180.000 millones anuales al déficit, según el think tank independiente Institut Montaigne. La misma organización predijo que las promesas del partido de Le Pen habrían empeorado el déficit presupuestario en más de 70.000 millones.

Por último, está la opción fea. Ante la imposibilidad de encontrar un primer ministro capaz de negociar un compromiso sobre el Presupuesto, Macron podría dimitir. Eso forzaría a Francia a la incertidumbre de una campaña presidencial, de la que Le Pen podría salir vencedora. Los candidatos hablarían de boquilla de la necesidad de moderación fiscal mientras compiten en promesas de gasto y recortes de impuestos no financiados. Mientras, Francia tendría aún más dificultades para aprobar un Presupuesto. La restricción fiscal se dejaría de lado, lo cual aumentaría la severidad de la austeridad que será necesaria dentro de unos años.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías


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