Las claves del día: los calcetines de la suegra, o las ilusiones perdidas para Navidad
Recuperada la ilusión, y cierta gana de gastar, queda otro reto que también llevará muchas alegrías a las mesas familiares en estas señaladas fechas
Los grandes operadores de la distribución se frotan ya las manos con la campaña de Navidad, una época de reencuentros, grandes comilonas y, sobre todo, mucho gasto. Y, además, cada vez es más larga. Tanto, que la métrica para medirla es prácticamente trimestral. No es raro desde hace ya años encontrar turrón o algún tímido panettone asomando en los estantes del supermercado a meses vista de las fiestas navideñas. Por aquello de ir calentando motores y carteras. Es tal la extensión que el Black Friday, nueva festividad pagana del consumo, es ya el primer arreón de compras de cara a la Navidad.
Compañías como Mango o Tous, y Anged, la patronal de El Corte Inglés, esperan grandes ventas, por volumen y facturación, en la recta final del año y recuperar el impulso perdido tras la pandemia y la crisis inflacionaria. Recuperada la ilusión, y cierta gana de gastar, queda otro reto que también llevará muchas alegrías a las mesas familiares en estas señaladas fechas (más, incluso, que los calcetines del regalo de la suegra): recuperar el poder adquisitivo perdido en este tiempo.
Uno vive donde puede, no donde quiere
Los barrios del exterior del corazón de la capital, asequibles en 2019 para una familia madrileña con ingresos medianos, ya no lo son. Las rentas más modestas, que ya hace tiempo que renunciaron a vivir dentro de la M-30 –salvo por una oportuna herencia, que se dirige, cada vez más, a ser la única forma de acceder a una vivienda–, tampoco pueden hacerlo ahora fuera de la circunvalación. Por mucho que los agentes inmobiliarios vendan la demanda como un actor económico libre, la realidad es que uno vive donde puede, no donde quiere. Por eso, dice uno de ellos, Carabanchel es ahora “el centro de Madrid”. Hasta que llegue el siguiente centro.
¿Cambiará EE UU su enfoque militarista para ahorrar gasto público?
Europa gasta más en el Estado del bienestar que EE UU, pero este gasta más en defensa, de modo que el Viejo Continente depende en buena medida de Washington para protegerse, por ejemplo, de Rusia. La promesa de Elon Musk de que la nueva Casa Blanca recortará el gasto público ha castigado a los valores armamentísticos estadounidenses, ante el temor a que se reduzcan sus contratos. Sería realmente novedoso que el sheriff del mundo adoptara un enfoque menos militarista, que es el que ha marcado su estrategia global en el último siglo. A Rusia, por su parte, también se le van agotando los recursos para la guerra. Una relajación de las tensiones bélicas pesaría en la industria de la defensa en general, y no solo en la de EE UU; pero todos los demás saldrían ganando.
La frase
La legislación [prohibir las redes sociales a los menores de 16 años] es muy clara. No sostenemos que su aplicación sea perfecta, igual que la prohibición del alcohol a los menores de 18 no significa que nunca tengan acceso, pero sabemos que es lo correctoAnthony Albanese, primer ministro de Australia
Francia se queda sin ideas para aplacar los ánimos de los ciudadanos
Francia, como la mayor parte de Occidente, se ha quedado sin ideas. La que ha utilizado más últimamente, la de endeudarse, no tiene nada de ingeniosa: puede ser un recurso eficaz si se dedica a invertir y a crecer, pero París y compañía solo la están usando para aplacar el malestar de los ciudadanos, que se habían acostumbrado durante décadas a que el Estado estuviera (casi siempre) ahí para tratarles médicamente o para pagarles la pensión. Pero el Estado, como insiste Pedro Sánchez últimamente, en realidad somos todos; y si los que trabajan y producen son cada vez menos en proporción a los que no, las cuentas no salen. La gente está perdiendo la confianza en los políticos, pero estos han contribuido a ello esquivando explicar que el gasto público estaba cada vez más en precario.