Las claves del día: las dudas con Tesla y la reducción de jornada (o cómo convertir el vino en agua)
Los coches autónomos plantean necesarias cuestiones sobre seguridad que, en todo caso, no deberían resolverse en función de quién ocupa la Casa Blanca
Donald Trump pasó este verano de atacar los coches eléctricos a defenderlos, debido, como él mismo reconoció, al gran apoyo (financiero y verbal) de Elon Musk a su campaña. Ahora, quizá el fundador de Tesla tenga que incrementar su aportación para que el expresidente de Estados Unidos cambien otra vez de idea, esta vez respecto a la conducción autónoma. Con su particular sentido de la oportunidad, Trump afirmó que restringirá esta tecnología si gana las elecciones el jueves, el mismo día que Musk presentaba su robotaxi Cybercab.
El empresario merece cierto beneficio de la duda, porque ya ha revolucionado la industria en varias ocasiones, tanto con Tesla como con Space X. Pero también es comprensible el escepticismo de los mercados, que castigaron a la automovilística por la falta de concreción del nuevo proyecto, que, además, carece de los permisos para recorrer las carreteras. Los coches autónomos plantean necesarias dudas sobre seguridad que, en todo caso, no deberían resolverse en función de quién ocupa la Casa Blanca. Con las criptos, asunto en el que Trump también ha cambiado de opinión, se puede perder mucho dinero, pero no directamente la vida.
Los impuestos casi siempre empiezan siendo temporales
Los recortes de impuestos que propone Michel Barnier, primer ministro de Francia, serán “temporales, selectivos y excepcionales”. Lo de temporales suele decirse cada vez que se pone un impuesto, y sí, lo son, porque nada dura para siempre, aunque se eternice unas cuantas décadas. Selectivos, también lo son, aunque los seleccionados sean muchos colectivos distintos. Y excepcionales, pues también, después de años en los que el hasta ahora omnipotente Emmanuel Macron –que ahora se pone de perfil– se ha dedicado a rebajarlos. Aunque lo realmente extraordinario será que Barnier consiga apoyos en el Parlamento para tanta antipatía fiscal.
La reducción de jornada, o cómo convertir el vino en agua
El Ministerio de Trabajo está ya con los preparativos para su último milagro. Después de haber conseguido reducir (al menos en apariencia) la temporalidad recalcitrante del mercado laboral español, la ministra y vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se dispone a convertir el vino en agua. Como, después de casi un año, las negociaciones por la reducción de jornada no tienen ningún viso de acabar en acuerdo, Trabajo advierte de que, salga o no salga adelante la reforma en el Congreso –el propio planteamiento ya da a entender las posibilidades que tiene–, reforzará el control del registro horario. Dicho en otras palabras: los empleados van a seguir trabajando 40 horas, pero más controladas. O, al menos, con un sistema de control horario mejor, más moderno, más accesible. Pero 40 horas.
La frase
No tenemos ninguna intención de abandonar Italia, pero nuestros costes de producción aquí son muy altos, en especial los de la energía, que son casi el doble que en España y otros muchos países en los que tenemos fábricasCarlos Tavares, CEO de Stellantis
Vivir en un barco, la nueva y rompedora tendencia habitacional
Al coliving (compartir piso con unos desconocidos porque no puedes permitirte una vivienda), y al parenting (no irte de casa de tus padres hasta bien entrados los 40) les ha salido un nuevo competidor: vivir en un barco. Así es la nueva y húmeda tendencia habitacional, que ofrece ventajas como poder huir a toda vela de las famosas zonas tensionadas, ahorrar agua en duchas con un chapuzón, o ser mecido por el oleaje hasta conciliar el sueño. Se acabaron los discos de ruido blanco.