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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Gesto al seguro en la crisis de Muface, que puede no bastar

Si el concierto quedara desierto, la llegada de cientos de miles de pacientes extra a la sanidad pública implicaría una tensión inasumible

Sede de Muface, en Madrid
Sede de Muface, en MadridPablo Monge
CINCO DÍAS

La decisión del Gobierno de mejorar un 17% la financiación de la mutualidad sanitaria para funcionarios Muface supone un claro gesto de entendimiento hacia el sector asegurador, que llevaba meses reclamando una mejora sustancial de las primas. La inflación desbocada de 2023, el aumento de las consultas médicas y el envejecimiento del colectivo cubierto, que suma 1,5 millones de personas entre empleados públicos y familiares, habían hecho que este modelo de colaboración público-privada estuviera claramente infradotado. El movimiento del Ejecutivo parece razonable, en tanto dar cumplida solución a la crisis parece imprescindible ante la dimensión del colectivo afectado. En este sentido, con los pliegos aprobados por parte del Consejo de Ministros, el Estado tiene previsto desembolsar en dos años 2.684 millones de euros, 300 millones más que en el anterior convenio bianual.

Ahora bien, este encomiable esfuerzo presupuestario puede que no llegue a ser suficiente para atraer a las compañías de seguros. Adeslas, Asisa y DKV se quejan de que con la situación previa perdían 200 millones de euros al año y que, aún con la subida del 17%, seguirían en números rojos en esta atención sanitaria a funcionarios. Además, argumentan que los nuevos pliegos de contratación incluyen partidas nuevas, como por ejemplo los tratamientos bucodentales.

A partir de ahora, las aseguradoras tendrán que echar cuentas. Estar en Muface les permite ampliar su masa crítica de pacientes y mantener una mayor capilaridad por todo el territorio nacional. Pero el 17% de mejora propuesto es muy inferior al 38% que reclamaban y existe un riesgo cierto de que una o varias de las compañías implicadas decidan no presentarse al concierto, como ya hicieron antes Sanitas o Caser. Por ahora, cautela. Adeslas, por ejemplo, aseguraba tras conocer la propuesta que era imprescindible estudiar con detalle la letra pequeña de la iniciativa para tomar una decisión definitiva. Si los números no salen, no faltará quien apelara a la responsabilidad de las Adeslas o SegurCaixa, tal vez las firmas más concernidas por factores que trascienden los meros guarismos.

Si, por el contrario, el concierto quedara desierto, la llegada de cientos de miles de pacientes extra a la sanidad pública implicaría una tensión inasumible para unos servicios que ya están totalmente sobrecargados. Mejor prevenir que lamentar. El tiempo apremia.


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