Las claves: la guerra arancelaria se intensifica antes de las cesiones, y la llamativa composición de algunos sectores
Los conflictos casi nunca se ganan por aplastamiento
Las guerras, sean de verdad o simplemente comerciales, casi nunca se ganan por aplastamiento, y suelen acabar con cesiones de un lado y de otro. Véase Ucrania, a la que sus aliados ya sugieren en público que tendrá que renunciar a parte de su territorio, un resultado al que se podría haber llegado hace tiempo, quizás antes de que un comando ucraniano saboteara el gasoducto Nord Stream. El vínculo entre Rusia y Alemania, pues, estaría mucho más vivo, quizá tanto como el que mantiene con China la industria automovilística germana, que por eso rechaza la subida de los aranceles aprobada el viernes por los Estados de la UE, pese al no de Berlín y la abstención de España. La tensión con el país asiático, pues, se intensificará, quizá con represalias para la carne de porcino española. Ursula Von der Leyen –que, por cierto, es alemana– endurece la negociación, aunque, por ahora, la estrategia parece (como el sabotaje del Nord Stream) convenir más a Estados Unidos que al propio Viejo Continente. Amén de que obstaculiza la supuestamente inatrasable transición verde. La película, claro, acabará con cesiones, quizá incluso con un final romántico Made in Hollywood.
La impresora de Pekín, o cómo convencer a los mercados de que ahora sí que sí
Los inversores no tienen claro aún si el optimista plan de estímulos y liquidez lanzado por Pekín para animar sus mercados no es más que un dopaje de corto recorrido. Dado que sería su primer golpe de realidad con la Bolsa china, la desconfianza en las medidas no es de extrañar. Los mercados –ese ente abstracto– han acogido los anuncios con relativo optimismo, y subidas, pero no queda claro si estas se deben a una convicción en los fundamentos o a movimientos de especuladores, o de inversores respaldados por el poderoso Estado chino. A este le toca la tarea más difícil: convencer de que hay fuego detrás de todo ese humo.
La llamativa composición profesional por sexos de algunos sectores
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha dictaminado que no es discriminatorio que las azafatas (y los azafatos) cobren dietas más bajas que los pilotos (y las pilotas). Sostiene que son parte del salario, y no una condición laboral, y que ambos colectivos se rigen por distintos convenios. Excepcionalmente, el tribunal no ha seguido el criterio del abogado general de la UE.
Al margen de que haya o no discriminación en este punto de la cadena, sería interesante conocer más a fondo el origen del asunto: que ambos grupos profesionales tengan una composición tan distinta en cuanto a sexos, similar a la que se da entre los médicos y las enfermeras. Quizá la segregación esté ahí, aunque, en ese caso, abordarla será mucho más complejo.
La frase del día
“No debería llamarse hamburguesa a un producto de origen vegetal por una cuestión de transparencia”
Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación
El crossfit, un entrenamiento de alta intensidad que puede resultar lesivo
La última moda en el mundillo del fitness –lo que comúnmente se ha llamado hacer ejercicio– es el crossfit, un tipo de entrenamiento que combina distintos ejercicios de alta intensidad y que por momentos se asemeja a la preparación para la oposición de bombero, subiendo por cuerdas y empujando pesadas ruedas de camión. El material que se usa es poco sofisticado, pero, gracias a que su inventor fue rápido en registrarlo, es más caro que un gimnasio al uso. Los expertos concuerdan en que puede ser beneficioso para un desarrollo físico bastante completo, aunque advierten de que puede ser lesivo, dada su intensidad: para los músculos, pero también para el oído –se grita mucho– y, dependiendo de con quién se entrene, para el ego.