Innovación, competitividad y riqueza: qué es antes, ¿el huevo o la gallina?
Los países no hacen más innovación por ser países ricos, sino que precisamente son más ricos y competitivos porque innovan
En su reciente informe, Mario Draghi subraya que la innovación es fundamental para cerrar la brecha competitiva entre Europa y otras potencias globales como Estados Unidos y China. Este enfoque es crucial para entender por qué la inversión en investigación y desarrollo (I+D) es determinante para el crecimiento económico.
Según datos del Ministerio de Industria y Turismo, las pymes representan el 99,8% del tejido empresarial de España (también el 99,8% en el conjunto de la Unión Europea) y el 70% del empleo (el 65,2% del empleo en el conjunto de la UE). No es por casualidad que, según datos de Eurostat, el valor añadido medio por persona empleada en una pyme en 2023 fuera en España 46.20 euros, frente a los 89.500 de Bélgica, los 84.500 de Países Bajos, los 72.700 de Alemania, o los 61.600 de Francia. Las diferencias en precios o coste de la vida no justifican ese contraste tan fuerte en la generación de valor añadido entre las pymes de estos países, que sitúa a España por debajo de la media de la Unión Europea (54.500 euros) de valor añadido por persona empleada en una pyme, y desde hace años en el pelotón de cola de los países europeos en cuanto valor añadido y productividad.
Esta última es la asignatura pendiente de la mayoría de las pymes españolas, y para mejorarla es necesario incidir sobre todo en dos variables: la productividad individual de las personas y la productividad del capital. La primera requiere invertir en formación y cualificación. La segunda requiere inversión en tecnología e I+D, que genere productos con mayor valor añadido y procesos más eficientes.
Las diferencias en la generación de valor añadido entre las pymes europeas tienen una correlación directa con las diferencias en esfuerzo inversor en I+D en sus respectivos países. Basta, por ejemplo, recordar que el gasto en I+D sobre PIB en Bélgica alcanza el 3,43%, en Alemania, el 3,13%, en Países Bajos, el 2,13%, o en Francia, el 2,11%, mientras que en España llevamos una década estancados entre el 1,40% y el 1,44% de gasto en I+D sobre PIB, y de ahí no despegamos, por más que los sucesivos planes estatales de I+D, y algunos otros regionales, fijen reiteradamente objetivos (incumplidos) de acercarnos a la media europea del 2,27%.
Dicho esto, además, Draghi insiste en que Europa necesita aumentar significativamente su inversión en investigación y desarrollo para mantenerse competitiva. El informe respalda la idea de que la innovación es el motor del progreso económico, y de que los países que lideran en innovación, como Alemania y Bélgica, no solo invierten más en I+D, sino que también disfrutan de mayores niveles de riqueza y productividad.
Así que, en cuanto a esfuerzo innovador, competitividad y riqueza, seamos claros: que nadie dude con el huevo o la gallina, ya sabemos qué es antes. Los países que nos llevan la delantera no hacen más innovación ni son más competitivos por ser países ricos, sino que precisamente son más ricos y competitivos porque innovan. La innovación no es la consecuencia, sino el origen de la riqueza y el vector de competitividad. Esto es especialmente visible en países avanzados que no disponen de grandes recursos naturales, en materias primas o energéticos, y que han logrado su crecimiento con un modelo económico basado en el conocimiento, y en la traslación de ese conocimiento al mercado.
Que España llegue a alcanzar alguna vez la media de la UE en gasto en I+D/PIB ya sería un paso importante y necesario, pero no suficiente si tenemos en cuenta que China, con un 2,41% de su enorme PIB destinado a I+D, ya ha superado esa media europea, que la media de Estados Unidos (3,46%) también supera ampliamente a la de la UE, o que Corea del Sur llega al 4,93% de su PIB en gasto en I+D.
Si no cambiamos nada, nada cambiará. En este sentido, la Comisión Europea ha sido muy clara en sus últimas recomendaciones a España sobre qué debemos cambiar. En el informe In Depth Review – Spain, publicado el pasado mes de marzo, el Comisario Europeo de Economía, Paolo Gentiloni, y su equipo de trabajo instaron al Gobierno de España a impulsar la inversión privada en I+D, que se mantiene como una de las más bajas de la Unión Europea (0,8% del PIB, frente al 1,5% de la UE y todavía más lejos del 2,5% de Bélgica o Suecia).
Como señala Draghi, Europa necesita una inversión adicional de entre 750.000 y 800.000 millones de euros anuales en innovación, tecnologías limpias y recursos estratégicos para cerrar la brecha de competitividad con otras potencias globales. España debe tomarse estas recomendaciones en serio y aumentar su esfuerzo inversor en innovación si queremos asegurar un futuro próspero para nuestras pymes y nuestra economía en general.
El futuro de nuestras pymes y, en consecuencia, de nuestra economía, depende de las decisiones que tomemos hoy. Es hora de mirar más allá de nuestras fronteras y apostar decididamente por la innovación como el motor del progreso, y. en consecuencia, como origen de esa riqueza sostenible que tanto deseamos para el futuro de nuestra sociedad.
José María Zabala Martínez es presidente de Zabala Innovation