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La Lupa
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Por qué tiene sentido que Correos recupere la Caja Postal

Los servicios postales de Italia y Francia tienen actividad financiera y el español puede cubrir el hueco que la banca privada deja en el mundo rural

Oficina de Correos en Cibeles, Madrid.
Oficina de Correos en Cibeles, Madrid.Santi Burgos

Pedro Saura, presidente de Correos, sorprendía a la comunidad financiera declarando esta semana a Expansión que el plan estratégico de la empresa contempla lanzar en 2025 su propia banca, “con los valores de la Caja Postal”. La mera intención ha levantado todo tipo de especulaciones sobre la oportunidad e intenciones del Gobierno al pretender restablecer una actividad que el servicio postal público dejó hace tres décadas.

Si se analiza cómo se opera en los países europeos del entorno, se aprecia que no es ninguna novedad. Tampoco lo fue aquí, hasta que el Gobierno de Felipe González integró todos los bancos públicos en 1991 para después privatizarlos. Aquel año se aprobó la desaparición de la Caja Postal, que se fusionó con el Banco Exterior y el Banco Hipotecario, a los que más tarde se incorporarían el Banco de Crédito Industrial, el Agrícola y el Local. Todo se integró bajó la marca Argentaria, entidad que se sacó a Bolsa y que en 1999 se fusionó con BBV para constituir lo que hoy conocemos como BBVA. De ahí, que en algunas plazas de ciudades de España se puedan ver edificios simbólicos con el nombre de Caja Postal tallado en piedra y debajo, una sucursal de BBVA.

Algo parecido sucedió en Alemania en 2008, cuando Deutsche Post, el equivalente a Correos, vendió a Deutsche Bank el 30% de Postbank. Esa participación le daba el control del banco, y en los dos años siguientes compró la totalidad del capital. Postbank continúa hoy operando como marca independiente y atiende al segmento de clientes de rentas más bajas del grupo Deutsche Bank, pero sin ningún sesgo político, puesto que se trata de una entidad de capital privado.

En cambio, en Francia e Italia, los otros dos grandes países de referencia para España, los homólogos a Correos continúan realizando actividad financiera. En Francia, el banco público Caisse des Dépôts et Consignations (CDC) posee el 66% del capital de La Poste Goupe, el equivalente a Correos en Francia, y el 34% restante está en manos del Estado francés directamente. La Poste es el propietario de la Banque Postale, una entidad que realiza todas las actividades que se pueden encontrar en un gran banco español. Tiene un balance de más de un billón de euros, 200.000 millones en depósitos, un grupo fuerte de seguros (CNP), y gana mil millones al año.

En Italia, el esquema es parecido. El banco público Cassa Depositi e Prestiti (CDP) posee el 35% de Poste Italiane, el Ministerio de Economía y Finanzas controla otro 29,3%, y el tercio restante está en manos de inversores institucionales. Poste Italiane, que cotiza en Bolsa, ofrece, además del servicio postal, telefonía, energía, logística y servicios financieros, a través de Banco Posta.

Además, tanto la CDC francesa como la CDP italiana realizan labores de banco de desarrollo y sociedad de cartera tenedora de participaciones estratégicas. Son un híbrido de lo que en España realiza el Instituto de Crédito Oficial (ICO) y la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), precisamente el propietario de Correos, y de participaciones en Telefónica (10%), Redeia (20%), Enagas (5%) o Indra (28%). La CDC posee paquetes relevantes en el operador de transporte Transdev, el servicio de gasoductos franceses (GRT Gaz), una hidroeléctrica o la compañía más importante de gestión de aguas (Suez). La italiana CDP es la sociedad instrumental que han utilizado los Gobiernos para controlar Telecom Italia –la gemela de Telefónica–, de la que posee directamente un 10%, además de un 20% de la filial propietaria de la red de cable.

La vuelta de Correos a los servicios bancarios busca encontrar una actividad rentable que le permita abandonar o reducir las pérdidas. En 2023 tuvo unos números rojos de 129 millones de euros, que se suman a los casi 600 millones acumulados en los tres ejercicios anteriores. En cambio, su homólogo italiano ganó el año pasado 1.900 millones, y el francés, 514 millones, gracias a la actividad financiera, ya que el resto dio pérdidas. Por tanto, la aventura financiera de Correos suena a búsqueda del equilibrio, y quizás Italia sea el modelo.

Los planes de Pedro Saura deben ser más modestos, ya que sus homólogos italianos y franceses llevan años prestando servicios financieros y Correos tiene que empezar por encontrar un nombre, puesto que la marca Caja Postal está dentro de BBVA. Pueden recuperar el nombre BanCorreos, que así se llamaban los servicios financieros que Correos ofreció con Deutsche Bank España en las oficinas de la red postal entre 1999 y 2016, y que desaparecieron por falta de interés en los clientes.

Refundar la Caja Postal, aunque sea con otro nombre, es una quimera. Construir un banco desde cero, que cubra todos los servicios financieros, incluido dar créditos, con personal inexperto en la gestión de riesgos, es una temeridad. Es de suponer que el Gobierno no pretende esto y que, si así fuera, el Banco de España lo impediría. España ya tuvo la experiencia de las cajas de ahorros y no debería jugar más a entidades financieras manejadas por políticos. El Estado aún conserva un 18% del capital de CaixaBank como consecuencia del desastre de Bankia, cuyo rescate costó 24.000 millones, lo que vale hoy el 100% de Telefónica.

En cambio, sí que parece que pueda tener sentido que Correos preste servicios financieros básicos en el mundo rural, un territorio que ha ido siendo abandonado por la banca privada convencional por falta de rentabilidad. Correos cuenta con más de 2.300 oficinas en toda España y 6.000 carteros rurales que disponen de herramientas con las que se pueden realizar operaciones financieras básicas.

Actualmente, tiene operativo Correos Cash, con el que clientes de Santander, CaixaBank, BBVA o Ibercaja pueden retirar efectivo y realizar ingresos. Sin embargo, este servicio, pensado para los pueblos sin sucursales bancarias, tiene una utilización muy baja. Es posible que no haya cuajado porque los clientes no acaban de entender que un banco opere a través de Correos, como tampoco les encaja que un banco venda electrodomésticos. El reto del plan de Saura es convencer a los ciudadanos de que el cartero es una persona de confianza para que maneje su dinero.

Aurelio Medel es periodista y doctor en Ciencias de la Información

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