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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sumar apoyos para aprovechar la oportunidad

Illa deberá retomar las negociaciones con Transporte con sosiego, planteando soluciones para reducir al mínimo el impacto ambiental

Aviones de distintas aerolíneas en el aeropuerto de Josep Tarradellas-El Prat.
Aviones de distintas aerolíneas en el aeropuerto de Josep Tarradellas-El Prat.Urbanandsport (NurPhoto via Getty Images)
CINCO DÍAS

Justo antes del estallido de la pandemia, el aeropuerto de El Prat estaba a un paso de su límite de capacidad, fijado en 55 millones de pasajeros. La buena marcha del turismo en este 2024 acerca aún más al aeropuerto Josep Tarradellas, el segundo de la red de Aena, a su punto de saturación. La infraestructura catalana superó hasta junio los registros de hace cinco años y se espera que cerca de 54 millones de viajeros hayan pasado por alguna de las dos terminales de la infraestructura de Barcelona al cierre del año.

Aena, el gestor aeroportuario, de la mano del Gobierno, planteó durante la pasada legislatura un plan para ampliar El Prat con la construcción de una nueva terminal y la extensión de la pista más cercana al mar para aumentar la capacidad operativa y ofrecer nuevas alternativas a los grandes aviones que realizan vuelos transoceánicos. Pero el proyecto, dotado con 1.700 millones de euros, no logró el consenso de todos los agentes políticos y sociales.

El rechazo de la anterior alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, de los Comunes, y de una parte de la sociedad catalana más sensible a las cuestiones medioambientales frenó el proyecto.

La ampliación de la pista mar, la más cercana al Mediterráneo de las tres que tiene el aeropuerto, hasta alcanzar los tres kilómetros suponía invadir en unos 500 metros la laguna de La Ricarda, un espacio natural enmarcado en los ámbitos de protección Natura 2000 de la UE. Y aunque Aena, y la patronal catalana, Foment del Treball, que también remó a favor de la ampliación, ofrecieron soluciones alternativas para reducir el impacto ambiental no lograron el consenso necesario.

El nuevo president catalán, Salvador Illa, incluyó la ampliación de El Prat en su programa electoral. El político del PSC considera que el proyecto acabaría con la alta especialización en vuelos de bajo coste que hoy en día padece el aeropuerto Josep Tarradellas y lo convertiría en un nodo internacional con vuelos de largo alcance. Se espera que con Illa en la Generalitat la administración catalana retome las negociaciones abiertas con el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible. Debería hacerlo con sosiego, planteando soluciones para reducir al mínimo el impacto ambiental.

Y aunque no tiene prisa, dispone hasta el próximo año, cuando Aena comenzará a elaborar su nuevo plan trianual, haría bien en reunir el mayor apoyo posible para no dejar pasar una oportunidad que es buena para Cataluña y para España.

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