El dominio de Nvidia, bajo la lupa de las autoridades de competencia
Las potenciales investigaciones sobre la posición dominante de la compañía estarían más que justificadas
Las innovaciones tecnológicas suelen generar triunfadores notables: organizaciones que, al encontrarse en el momento y lugar adecuados, cosechan los beneficios de años de investigación y planificación estratégica de negocios. La inteligencia artificial no podía ser menos y bajo la espuma de las aplicaciones como ChatGPT o Gemini ha emergido como gran ganadora Nvidia. La empresa se convirtió en la principal proveedora de hardware para los pioneros de inteligencia artificial generativa, multiplicando su capitalización, ventas y beneficios. Entre enero de 2023 y junio de 2024, sus acciones crecieron más de un 700%. Por su parte, los ingresos en el año fiscal de 2024 han sido más de 60.000 millones de dólares con un margen bruto cercano al 74%.
De acuerdo con la información disponible, Nvidia parece haber establecido una posición predominante en el mercado de los chips de IA. Sin embargo, la magnitud exacta de su cuota de mercado es difícil de determinar debido a la falta de una categorización precisa de estos productos. Algunas fuentes mencionan que podría rondar el 65%, mientras que otras la elevan hasta un 90%. Independientemente del porcentaje exacto, su posición dominante ha atraído la atención de las autoridades de competencia, como es habitual en estos casos. Esta posición no solo condiciona la evolución futura del mercado de la IA generativa, también a otros como la conducción autónoma, defensa o la robótica inteligente.
EE UU y Europa están a la vanguardia de las investigaciones sobre Nvidia. En ambos lados del Atlántico, las autoridades reguladoras del mercado están observando sus actividades en busca de indicios de posibles prácticas monopolísticas anticompetitivas. En una orilla, circulan noticias del seguimiento de las actuaciones del gigante de los semiconductores por parte de la Federal Trade Commission, y en la otra, de inspecciones preliminares por las autoridades de competencia francesas como europeas. A pesar del escepticismo y las dudas que la apertura de dichas investigaciones han despertado, Nvidia tiene capacidades para restringir el espacio económico a sus competidores, que revisaremos brevemente a continuación.
En primer lugar, Nvidia mantiene acuerdos contractuales con diversos fabricantes de equipos originales (Original Equipment Manufacturer, OEM) del segmento de los servidores para la infraestructura de centros de datos. Las condiciones de este tipo de acuerdos han sido un objetivo tradicional de las autoridades de competencia, en particular las condiciones de exclusividad que pudieran limitar al OEM recurrir a suministradores de productos similares. En esta línea, cabe recordar el caso abierto contra Intel por la Comisión por abuso de posición dominante por incluir en sus acuerdos OEM cláusulas susceptibles de restringir la competencia en el mercado de los equipos con chips x86.
En segundo lugar, Nvidia ha anunciado extensamente los acuerdos con Microsoft, Amazon y Google, los tres principales proveedores de servicios en la nube. Estos proporcionan a estos proveedores plataformas exclusivas para desarrollar sus servicios y acceso prioritario al escaso inventario de tarjetas gráficas de Nvidia. El coste de desplegar la infraestructura necesaria para entrenar y ejecutar los modelos fundacionales de IA convierte a la nube en un elemento crítico en este campo. Dada la cuota de mercado combinada de los servicios en la nube de estas tres empresas, los acuerdos podrían limitar eventualmente la expansión de la competencia de Nvidia en un mercado esencial para el desarrollo de la IA.
En tercer lugar, la empresa líder en semiconductores ha llevado a cabo en los últimos años una serie de adquisiciones estratégicas en sectores adyacentes al de las tecnologías de IA y computación de altas prestaciones, lo que ha facilitado el fortalecimiento de su posición como líder. En particular, a través de algunas de las empresas adquiridas, ha diversificado sus activos en tecnología móvil, mejorado sus capacidades en inteligencia artificial y aprendizaje automático, y reforzado su cartera de soluciones tecnológicas para centros de datos. Destacó especialmente la adquisición en 2019 de Mellanox por 7.000 millones de dólares, proveedor de productos y soluciones de interconexión de redes que facilitan la transmisión eficiente de datos dentro de los centros de datos y que fue investigada en detalle por Bruselas. Otras no han sido escrutadas, y analizar el efecto conjunto sobre la competencia de todas es una asignatura pendiente.
La última palanca que dispone Nvidia, y quizás la más sobresaliente, es un conjunto de tecnologías propietarias con las que podría estar generando un ecosistema cerrado en torno a sus productos. A nivel de aplicación, el software de IA que desarrollan sus clientes para el hardware de Nvidia lo hace a través de su plataforma propietaria de computación paralela CUDA. Las aplicaciones explotan con ello todo el poder de procesamiento de los componentes de Nvidia, pero dificulta que puedan ejecutarse sobre los productos de otros fabricantes. Sus tarjetas también hacen uso de un conjunto propio de protocolos para trabajar en conjunto, lo que limita la posibilidad de combinarlas con las de otro fabricante.
Nvidia podrá defender sus prácticas comerciales argumentando sus acciones como necesarias para fomentar la innovación y calidad. Como primera línea de defensa, estarían sin duda los más de 45.800 millones de dólares que dice haber invertido en investigación y desarrollo desde su fundación, más de 8.600 solo el último año. Las potenciales investigaciones sobre la posición dominante de Nvidia en este mercado estarían más que justificadas. Existen indicios que, cuando menos, deben ser evaluados, ya que tras algunas prácticas podrían descubrirse barreras a un desarrollo equilibrado del mercado, que limitase la capacidad de innovación de los competidores y de elección de empresas y consumidores. Todo ello en un ámbito, la Inteligencia artificial, especialmente sensible, y con alto impacto geopolítico, económico y social.
Emilio García García es exdirector de gabinete de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y miembro del consejo asesor de la Asociación Española de la Industria de Semiconductores (Aesemi)
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