Luz sobre el autoconsumo
Es fundamental acelerar el paso, tanto por razones ecológicas como económicas
Ya hay cifras oficiales sobre el estado de avance del autoconsumo solar en España: casi 3,9 gigavatios (GW) de potencia instalada, según Red Eléctrica de España (REE). Es un dato notable, aunque alejado de lo que calcula el propio sector, que esta primavera lo elevaba hasta el entorno de los siete GW. También del objetivo del Gobierno, plasmado en su Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que vislumbra 19 GW en 2030.
Aunque bienvenidas, estas primeras métricas del operador del sistema sobre el fenómeno que más ha cambiado el panorama eléctrico español en los últimos tiempos deben ser complementadas con más información. En particular, sobre la generación en tiempo real, una absoluta incógnita por la ausencia de equipos de telemedida en las instalaciones de menor tamaño. Es decir, prácticamente todas. Conocer este dato, del que hasta ahora solo hay aproximaciones someras, es fundamental para equilibrar una oferta y una demanda cada vez más volátiles, evitando sobrecostes.
Los desafíos van más allá de la estadística. Tras el auge desmedido de 2021 y, sobre todo, 2022, a lomos de unos precios de la luz por las nubes -el mejor incentivo para quien sopesa poner paneles en el tejado- y las ayudas con cargo a los fondos europeos, se ha producido un drástico parón. Un frenazo en seco que, lejos de afectar únicamente al segmento de los hogares -el que primero suele reaccionar a cualquier cambio, tanto al alza como a la baja-, ya impacta de lleno sobre las empresas industriales y de servicios.
Regresar al ritmo de instalaciones de la crisis energética es sencillamente imposible: los mimbres son otros, y las firmas del sector que se sobredimensionaron para atender una demanda que –erróneamente– pensando que seguiría creciendo sine die están sufriendo las consecuencias de sus decisiones. Pero es fundamental acelerar el paso, tanto por razones ecológicas –es fundamental para completar la transición a las renovables– como económicas: el autoconsumo refuerza la autonomía de los consumidores, protegiéndoles frente a potenciales episodios de precios altos.
Las placas en el tejado son, además de una herramienta útil para reducir la factura de la luz de empresas y hogares, una alternativa para aflojar la presión sobre la red de los lugares en los que más se instala: quienes invierten en ellas, pasan inmediatamente a consumir muchísima menos electricidad en las horas centrales del día. Una caída que también presiona a la baja los precios del mercado mayorista, beneficiando a todos los consumidores. También a quienes aún no han dado el paso.
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