¿Qué nos cuentan los datos de empleo en el corto y largo plazo?
Su análisis muestra los cambios en la especialización productiva de nuestra economía, resultado de dinámicas más generales condicionadas por los flujos de actividad globales y cambios tecnológicos y demográficos
Coincidiendo con los primeros días de cada mes, conocemos los datos de desempleo (paro registrado), afiliación y contratación proporcionados por los Ministerios de Empleo y de Seguridad Social, con nombres ajustados a las necesidades de cada legislatura. Estos datos reflejan la evolución del mercado laboral del mes anterior y ofrecen una visión de su comportamiento en el corto plazo.
Si prestamos atención a los titulares que suelen publicarse al momento de estas divulgaciones, notaremos que estos riman cada doce meses. Los titulares de un mes de abril serían muy similares a los del año siguiente. La estacionalidad, como bien sabemos, desempeña un papel importante en la evolución del empleo en el corto plazo. Si fuera solo por la estacionalidad, pareciera que solo algunas actividades generan prácticamente todo el empleo en nuestro país.
No sorprende, por lo tanto, escuchar habitualmente noticias sobre afiliación o desempleo relacionadas con la hostelería o con el sector agrícola, en un sentido u otro dependiendo del mes. Los titulares radiofónicos que destacan la hostelería como principal generador de empleo en un mes de abril son habituales, al igual que aquellos que señalan que este sector es el responsable de una parte significativa de la pérdida de empleo una vez que los turistas regresan a sus países de origen para el descanso invernal. Otros sectores también se mencionan en estos titulares, como el sector educativo, que muestra una excesiva estacionalidad en su evolución a corto plazo.
La figura que se muestra con este texto destaca aquellos sectores donde la estacionalidad es extremadamente marcada, así como aquellos en los que la evolución del empleo apenas muestra este comportamiento en función del momento del año. Como era de esperar, el sector de servicios de alojamiento exhibe una marcada estacionalidad, con un índice de 17,2 y que refleja la dispersión media del componente estacional sobre la tendencia a largo plazo. Para comprenderlo mejor, este número calcula la distancia media en términos de la afiliación “estable” a largo plazo del dato de afiliación mensual durante los quince años de la muestra en los que se ha calculado el dato.
A este sector le siguen sectores agrícolas e industriales, entre los que destaca la educación, una actividad que muestra un marcado carácter estacional (en verano no hay clases), pero que pone de manifiesto algunas de las deficiencias que nuestro mercado laboral insiste en mostrarnos año tras año. Cierra el grupo de cabeza el sector de servicios de comidas y bebidas, que, junto con el primero de ellos y dada su importancia en el empleo total, indica una de las especializaciones de nuestro mercado laboral y, por ende, de nuestra economía, siendo la causa de esos titulares estacionales que antes mencionaba.
Entre los sectores con menor estacionalidad, encontramos una serie de actividades en las que no tiene sentido que haya contratación asociada al momento del año. Sectores como la programación, con casi un cuarto de millón de trabajadores, o los servicios técnicos de arquitectura revelan que, en ellos, la estacionalidad es simplemente anecdótica.
Estos datos explican por qué, cuando escuchamos noticias sobre la evolución del empleo en nuestro país, siempre aparecen mencionados los sectores de la hostelería y los servicios de comidas, ya sea en las palabras de quienes nos informan o en los escritos de quienes lo publican. La educación también aparece, habitualmente, cada mes de julio o los primeros días de octubre, año tras año, recordándonos, ¿erróneamente?, qué impulsa el empleo en nuestro país.
Sin embargo, si quisiéramos conocer qué empleos se crean o se destruyen, dando forma definitiva a nuestro mercado de trabajo año tras año, deberíamos centrarnos en lo que conocemos como tendencia a largo plazo. Esta se puede obtener a partir de ciertas técnicas de extracción de señales o, cuando se trata de muchos años, simplemente comparando los mismos meses de los años que componen los extremos que queremos analizar o comparando medias anuales. Esto nos podría dar una imagen diferente (o no) de nuestra evolución del empleo en España.
Así, la figura cambia dependiendo del período que analicemos. Si tomamos como referencia el mes de marzo de 2019, para compararlo con el mismo mes cinco años después, el sector que más ha contribuido al empleo en España ha sido la educación, con una aportación de 1,6% (+298 mil empleos) al 11,3% de aumento de afiliación desde entonces. En segundo lugar, se encuentran las actividades sanitarias, con una contribución del 1% (+182 mil empleos). Destaca, en tercer lugar, la programación y consultoría, con una contribución del 0.9% (+153 mil empleos). Por lo tanto, de los tres primeros sectores, destacan dos muy vinculados al sector público, en particular a las Comunidades Autónomas, y un sector de alto valor añadido. Cabe destacar que los tres suelen nutrirse de trabajadores cualificados. En conjunto, los sectores asociados a servicios de alto valor añadido habrían aportado casi 400.000 empleos y una contribución de 2,2 puntos porcentuales.
Sin embargo, si observamos desde 2009, la figura tiene otros matices. La educación permanece como el sector que más empleos ha aportado al crecimiento desde entonces, pero en segundo lugar se sitúan los servicios de comidas y bebidas, con una contribución de 2,5 puntos porcentuales a un aumento de la afiliación del 16,5% desde entonces. Entre los primeros grupos vuelven a aparecer los servicios de alto valor añadido, pero se cuelan otros de menor valor añadido, como los servicios de alojamiento.
Las conclusiones parciales a las que podemos llegar con este análisis superficial son dos. En primer lugar, el análisis a muy corto plazo de los datos de empleo (afiliación y desempleo) solo nos ofrece una visión limitada sobre cómo fluye el mercado laboral y, por ende, la actividad económica. Un análisis a más largo plazo muestra los cambios en la especialización productiva de nuestra economía, resultado de dinámicas más generales condicionadas por los flujos de actividad globales y cambios tecnológicos y demográficos, todo ello condicionado por la regulación y las políticas implementadas.
El análisis a largo plazo nos indica que, aunque mantenemos y consolidamos una especialización en actividades estacionales de bajo valor añadido (turismo y restauración), algo está ocurriendo con otros empleos, asociados a sectores que en los últimos años nos han enviado señales positivas. Por lo tanto, aunque aun con una entidad limitada, hay señales de sutiles cambios que nos hacen mantener un cierto espíritu optimista hacia el futuro.
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