Claves: el bisturí de la justicia europea con Rusia, y la desprivatización de la investigación farmacéutica
Todavía hay jueces en Luxemburgo que reclaman prudencia con las sanciones por la invasión de Ucrania
“Todavía hay jueces en Berlín”, dice la leyenda que respondió, en el siglo XVIII, un molinero a Federico II de Prusia, que quería expropiarle la infraestructura por la cara. Todavía hay jueces en Luxemburgo, podría decir ahora Mijaíl Fridman, que acaba de ser excluido del Tribunal General de la UE de la lista negra de ciudadanos rusos sancionados por la UE por colaborar, presuntamente, con la invasión de Ucrania. El Tribunal considera que no hay pruebas de ello. Fridman y su socio Peter Aven –también exonerado–, dueños del fondo LetterOne, a la sazón propietario de los supermercados Dia, podrán volver a viajar por el bloque y retomar el control de sus activos hasta ahora congelados.
Ahora que los líderes europeos y estadounidenses estudian utilizar los intereses de los activos rusos retenidos por las instituciones financieras de Occidente, convendría que reflexionaran sobre la legalidad de tal actuación. Es verdad que casi todo vale en el amor y en la guerra, pero la anulación del castigo a Fridman y Aven recuerda que a veces hay que sacar el bisturí, y no la amoladora.
Recuperar el atractivo de trabajar en el andamio no será sencillo
El de la construcción es un trabajo duro. Si durante años resultó muy atractivo en general, y para los jóvenes en particular, fue porque movía enormes cantidades de dinero. Ahora que ya no mueve tanto, la mano de obra escasea; y es un trabajo especialmente delicado.
En un país con una tasa de paro juvenil tan elevada, es un contraste difícil de comprender. La patronal del sector y los sindicatos reclaman que se impulse la formación en el ramo. Eso podría ayudar, y también lo haría subir los sueldos, en la medida de lo posible. Pero será una tarea ardua recuperar el brillo del andamio.
La investigación farmacéutica sale un poco de su casi absoluta privatización
Es bastante paradójico que haya tanta controversia con la privatización de los hospitales o la atención médica especializada, y se asuma como parte del paisaje que la industria farmacéutica sea básicamente privada. Así que es puramente lógico que haya una empresa de titularidad mixta –cuando menos. Se trata de Terafront Farmatech, participada en un 49% por el Estado, y el resto, a medias por los laboratorios Rovi e Insud Pharma.
Se supone que la salud es un bien básico, que no debe estar supeditando en general a la búsqueda de la rentabilidad económica. Y aunque las empresas estatales pecan a menudo de ineficacia, es razonable que se apueste por la investigación sanitaria desde un punto de vista, al menos en principio, social.
La frase del día
“Netanyahu debe hacer más para aliviar el sufrimiento de Gaza. Se lo he dejado muy claro. Sobre las exportaciones de armas, no hay ningún cambio. Ninguno de nuestros aliados más cercanos ha suspendido las licencias existentes”
Rishi Sunak, primer ministro británico
Alemania explota poco una guerra incruenta, la económica
Alemania está potenciando su política de defensa, e incluso se plantea recuperar el servicio militar, pero antes bien podría explotar las posibilidades de una guerra incruenta, la económica, que tiene bastante abandonada. Si hasta hace poco no tenía reparos en comprar en abundancia el barato gas ruso, ahora mantiene una dependencia excesiva de China, en metales como el litio o en la importación de chips. Claro, otros proveedores son más caros; pero una crisis geopolítica como la de la guerra de Ucrania (en la que EE UU ha hecho valer su influencia para romper los vínculos entre Berlín y Moscú) encarecería drásticamente las importaciones germanas. Y, en todo caso, invertir en armamento tampoco le sale precisamente gratis.
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