¿Interesa a España ser el ‘hub’ de centros de proceso de datos de Europa?

Las aplicaciones de IA y la nube disparan la demanda de ‘data centers’, infraestructuras que consumen enormes cantidades de electricidad y agua

Interior de un centro de datos.baranozdemir (Getty Images)

El pasado 19 de febrero, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de Microsoft, Brad Smith, anunciaban una inversión de 2.100 millones de dólares (1.950 millones de euros) de la multinacional en España en 2024 y 2025, destinada a la construcción centros de procesos de datos en Madrid y Aragón, donde se alojará información de empresas y administraciones públicas europeas. Esta inversión “podría contribuir a la creación de 69.000 puestos de trabajo en el periodo 2026 – 2030, según un análisis de IDC”, señaló Microsoft.

El anuncio fue recibido como el Plan Marshall, el programa de a...

Para seguir leyendo este artículo de Cinco Días necesitas una suscripción Premium de EL PAÍS

El pasado 19 de febrero, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de Microsoft, Brad Smith, anunciaban una inversión de 2.100 millones de dólares (1.950 millones de euros) de la multinacional en España en 2024 y 2025, destinada a la construcción centros de procesos de datos en Madrid y Aragón, donde se alojará información de empresas y administraciones públicas europeas. Esta inversión “podría contribuir a la creación de 69.000 puestos de trabajo en el periodo 2026 – 2030, según un análisis de IDC”, señaló Microsoft.

El anuncio fue recibido como el Plan Marshall, el programa de ayuda de Estados Unidos a Europa tras la II Guerra Mundial; solo faltaron las pancartas por las calles de “Bienvenido Mr. Microsoft”. Indudablemente, es bueno que empresas multinacionales de otros países quieran invertir en España, pero habrá que analizar sus ventajas e inconvenientes. De las primeras ya se encargan ellos, los de la foto, la gracia está en hincar el diente a los efectos segundarios.

El contexto es que la digitalización de la actividad, el almacenamiento en la nube y el desarrollo de la inteligencia artificial generan un crecimiento exponencial de información que hay que procesar y acumular de forma segura y ordenada en dichos centros de proceso de datos (CPD). Estas infraestructuras son absolutamente necesarias y críticas, pero su operativa requiere un enorme consumido de electricidad y agua, imprescindibles para mantener su funcionamiento 24/7 a temperatura óptima.

Por esta razón, en Países Bajos se levantó hace cuatro años una dura oposición a la construcción de nuevos CPD. En 2019, Ámsterdam, la ciudad con más data center de Europa, prohibió durante un año construir nuevas instalaciones. Su argumentación fue que, aunque son indispensables, “ocupan mucho espacio y, debido al alto consumo de energía, suponen una gran carga en la red eléctrica.” Los operadores se movieron al lado y Meta logró que Zeewolde, una ciudad a 50 kilómetros de Ámsterdam, autorizara su macro CPD. Ante las protestas, intervino el gobierno estatal y paró la infraestructura al prohibir la venta de los terrenos.

La Comisión Europea estima que la industria de los CPD consume el 3% de la potencia eléctrica. El caso más notable es del de Irlanda, donde las grandes plataformas tecnológicas americanas se han instalado al calor de las ventajas fiscales, y sus data center se llevan el 14% del consumo de electricidad, lo que supone más del doble de lo que utiliza su mundo rural, donde viven el 36% de los irlandeses.

El lobby de este sector, encabezado por la asociación Spain DC, señala que convertir España en un hub de CPD para Europa crearía mucho empleo, que es lo primero que dice Microsoft en su nota de prensa, y preservaría la soberanía del dato, es decir que estén depositados en España los datos de los españoles, al margen de dónde está la sede social de las empresas que los manejan, sea en California o Australia.

Ambos argumentos son maleables. La creación de empleo de un CPD es intensa durante el proceso de construcción, que no lleva más de dos años, después se mantiene con muy pocas personas. Con frecuencia se dice que un data center arrastra mucho empleo y de calidad (como ingenieros), cuando la realidad es de técnicos de grado medio y vigilantes de seguridad. Ahí no se desarrolla ni diseña nada, es una nave o complejo de naves con miles de grandes computadoras apiladas donde se almacenan los datos. Nada tienen que ver con el ecosistema de Palo Alto (California).

En cuanto al control de los datos, la realidad es que la información que hay en un CPD está siempre replicada en al menos otro, que debe tener otros suministradores, para garantizar su operativa en caso de problemas y su contenido es fácilmente transportable de una instalación a otra por el propietario.

En definitiva, los pros y contras de los CPD dan para mucho debate, pero es incuestionable que es una industria con demanda desbordada, consecuencia directa de nuestra forma de vida, de manera que lo que hay que buscar es las mejores soluciones. No tiene sentido abrazar o rechazar la instalación de un data center por maximalismos liberales o ecologistas, porque como todo depende de cómo y dónde se haga esa instalación.

El caso de Países Bajos, por ejemplo, no es totalmente trasladable a España. Primero, porque ya tienen muchos CPD y segundo, porque es un país con una densidad de población (507 habitantes/Km2) muy superior a la de España (94h/Km2). Holanda tiene un problema de falta de suelo agrícola, mientras que aquí el problema es el vaciamiento del mundo rural.

La necesidad de infraestructuras como los CPD es una grandísima oportunidad para la España interior, la España vacía; sin embargo, la mayor parte de estos proyectos se centran en las grandes ciudades y sus periferias. En la pasada campaña de las elecciones municipales, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, se comprometió a impulsar la transformación del polígono industrial de Julián Camarillo, donde está la redacción de este periódico, en el Distrito Tecnológico de Madrid, MadBit: el “hub de conexión digital más importante del sur de Europa”.

En este polígono hay media docena de CPD que conviven con edificios de oficinas, viviendas y todo tipo de talleres y almacenes, pero tienen una capacidad de conexión enorme gracias a la presencia de Telefónica. Sin embargo, lo que tiene racionalidad es que esas instalaciones se trasladen a ciudades intermedias de otras provincias. Allí todo es más barato, desde el suelo a los sueldos y, dependiendo de la zona, el gasto en electricidad será menor, pues las temperaturas son más bajas y se incurre en menos gasto de refrigeración, y será más fácil acceder a energía renovable.

Por eso es muy interesante que Meta esté barajando la construcción de un enorme CPD en Talavera de la Reina, al borde del Tajo, lo que ayudará al empleo en la zona, o que Microsoft y Amazon estén levantando nuevas instalaciones en Aragón; mejor si evitan Zaragoza. Spain DC estima que un CPD genera 157 empleos locales, aunque fueran la mitad, bienvenidos sean, porque lo que mantiene la vida en los pueblos es el trabajo y puede que en Julián Camarillo haya muchas oportunidades, pero en Lerma no.

Aurelio Medel es periodista y doctor en Ciencias de la Información

Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, X y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días

Más información

Archivado En