Hay demasiados fabricantes en el abrevadero antiobesidad de Ozempic
Los médicos son reacios a abandonar fármacos que funcionan a menos que se produzca una mejora extraordinariamente grande
La envidia se acumula en el negocio de la gula. Los fármacos contra la obesidad han convertido a Novo Nordisk en la empresa más valiosa de Europa, después de que su capitalización bursátil se duplicara hasta los 400.000 millones de eurosen menos de dos años, mientras que la de Eli Lilly se duplicó aún más rápidamente hasta convertirla en la mayor farmacéutica del mundo, con más de 700.000 millones de dólares. No es de extrañar que sus homólogos quieran un trozo grande del pastel, pero las probabilidades de conseguirlo son escasas.
Ozempic, de Novo Nordisk, generó casi 14.000 millones de dólares en ventas para el tratamiento de la diabetes el año pasado, un aumento del 66% respecto a 2022, y otros 4.500 millones para la pérdida de peso con otra marca, Wegovy, un 420% más.
La versión de Lilly, Mounjaro, se multiplicó por más de 10, hasta los 5.200 millones de dólares. Las ventas de Zepbound, el mismo medicamento pero bajo otra marca para tratar la obesidad, fueron de 176 millones en su primer año en el mercado. El único límite ahora es cuánto pueden producir, en un mercado que los analistas de Goldman Sachs calculan que podría alcanzar los 100.000 millones en 2030. Novo Holdings, la matriz de Novo Nordisk, dijo el día 5 que compraría el fabricante de medicamentos por contrato Catalent por 11.500 millones de dólares para ayudar a ampliar la capacidad de producción de Wegovy.
La mejor esperanza para los rivales es desarrollar algo mejor. Una opción ingerible, por ejemplo, sería más cómoda que las inyecciones actuales. Las nuevas investigaciones podrían conducir a medicamentos con menos efectos secundarios o que ayuden a los usuarios a conservar la masa muscular.
La incertidumbre clínica y el gran número de tratamientos similares en fase de desarrollo hacen poco práctico elegir a los ganadores. Pfizer abandonó una píldora el año pasado, cambió la dosis de otra y está estudiando una tercera. Joaquín Duato, consejero delegado de Johnson & Johnson, considera que el campo está demasiado saturado para ser interesante.
Los recién llegados podrían llevarse el premio gordo, si el éxito de Pfizer y Warner-Lambert con Lipitor sirve de guía. El tratamiento reductor del colesterol de Parke-Davis Research (adscrita a Warner-Lambert, a su vez perteneciente a Pfizer) llegó al mercado con una década de retraso y por detrás de otros cuatro competidores, pero su mayor eficacia contribuyó a convertirlo en el primer medicamento en superar los 10.000 millones de dólares de ingresos anuales.
Sin embargo, es más la excepción que la regla. Los médicos son reacios a abandonar medicamentos que funcionan a menos que se produzca una mejora extraordinariamente grande. Por ello, Novo y Lilly intentan afianzarse en el mercado ampliando enormemente la producción.
Aunque es difícil saber si se producirá otro avance muy rentable, es más fácil esperar que se produzcan despilfarros. Según estimaciones de la consultora Deloitte, la rentabilidad prevista del desarrollo de fármacos para las 20 principales empresas farmacéuticas era de solo el 1,2% en 2022, frente al 6,5% de hace una década.
El comportamiento gregario tiene parte de culpa. Desde el año 2000, el número de fármacos potenciales en fase de ensayo dirigidos al mismo objetivo biológico se ha doblado con creces, según McKinsey. Algunos de estos experimentos son útiles, pero la mayoría se deben a la falta de empresas prometedoras en otros lugares. Babeando en el abrevadero de la lucha contra la obesidad, muchas empresas se quedarán con hambre.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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