Lo que debe hacer Junts para atraer a las empresas, y lo que durará la guerra del mar Rojo
Quizás baste con que el partido de Puigdemont deje el tiempo correr
En tiempos de libertad de movimientos para los ciudadanos, y sobre todo para el capital y las empresas, Junts va resignándose a buscar vías amables para atraer de nuevo la inversión a Cataluña. Su propuesta de castigar a las compañías que no regresen a la región choca con la legislación vigente y con la sensatez económica más básica; así que ahora piensa más bien en obligar a que la sede social coincida con el lugar principal de la actividad. Eso vuelve a contradecirse con la normativa, que permite diferenciar entre el lugar de la dirección y el de la explotación. El de Ferrovial es un caso claro de la imposibilidad de retener a las empresas no ya en una comunidad, sino en todo un país.
Así que al partido de Puigdemont le quedará solo explorar rebajas de impuestos como el de bienes inmuebles, que dependen de las autoridades autonómicas o locales. O a lo mejor bastaría con dejar el tiempo correr, y que los empresarios comprueben por la vía de los hechos que los partidos independentistas han optado definitivamente por volver a la senda institucional, la de la seguridad jurídica.
Amancio Ortega sabe que el ladrillo es aún más fundamental que la ropa
El dominio de Amancio Ortega sobre el sector textil se manifiesta de forma todavía más evidente al comprobar que su brazo inversor, Pontegadea, es casero de uno de sus grandes rivales, Primark. Al centro de esta en la Gran Vía madrileña, que está arrendado al family office, se suma ahora un centro logístico en Países Bajos, comprado por 100 millones y que usará la operadora de transportes DSV para repartir en exclusiva productos de Primark.
El dueño de Inditex sabe bien que la ropa es casi indispensable para vivir (salvo, quizás, en el trópico), pero que el ladrillo lo es un poco más aún.
El Gobierno vuelve a ofrecer lentejas a CEOE con el SMI
El salario mínimo interprofesional está ya en el 60% del salario medio, o cerca de él, según nos fiemos de las cifras del Gobierno o de las de UGT. La subida acordada el viernes entre Ejecutivo y sindicatos, del 5%, supone simplemente consolidar ese nivel y adaptarlo a la inflación. Los empresarios volvieron a negarse a apoyar la decisión, que si bien no parece haber tenido efectos dramáticos en el empleo, sí dificulta la contratación en algunos sectores, como el agrario, y en las provincias con salarios más bajos.
El hecho de que Trabajo estuviera dispuesto a que el alza fuera del 4% si CEOE la apoyaba, y avisara de que sería mayor (como ha sido) de no ser así, denota que la voluntad de negociación del Ejecutivo era fingida; no está obligado a pactar, así que el postureo era innecesario.
La frase del día
“El Ejército chino mantiene una alta vigilancia en todo momento y tomará todas las medidas necesarias para aplastar con firmeza los intentos de independencia de Taiwán en todas sus formas”
Zhang Xiaogang, portavoz del Ministerio de Defensa chino
¿Cuánto permitirá EE UU que dure la guerra del mar Rojo?
La situación en el mar Rojo empeora, se supone que para que mejore después. Estados Unidos y Reino Unido empezaron el viernes a atacar a los hutíes de Yemen que agredían a los barcos que atraviesan la zona, y eso hizo que se encareciera el petróleo. El inmenso poder militar de EE UU debería de aplacar la situación en un tiempo breve, pero los equilibrios geopolíticos, a veces inescrutables, pueden hacer que se prolongue más de lo esperado.
El bloqueo del transporte marítimo puede contribuir a un nuevo repunte de la inflación, que en España dio un respiro en diciembre, con un 3,1% en el indicador general, y un 3,8% en el subyacente. Los consumidores, que hace tiempo que no saben por dónde les vienen, dependen ahora de la guerra del mar Rojo.
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