La paradoja del sector aéreo, y el debate retórico de la cumbre del clima
En el difícil negocio de las aerolíneas, la competencia no lo es todo
Las aerolíneas suelen ser negocios tirando a ruinosos, y sostener la competencia en el sector es una tarea ardua que se suele acabar enfrentando a la realidad. La venta de Air Europa ya se acordó con IAG antes de que la pandemia llevara a la quiebra técnica a la compañía de los Hidalgo. Ahora una fusión es la única salida factible, y a Bruselas le toca decidir, en la práctica, quién se hace ella, y en qué condiciones. Así, la matriz de Iberia ha presentado su propuesta de remedies (descartes de activos), al tiempo que detalla las ventajas de que ya no haya dos compañías compitiendo entre sí por el mismo (y, a tenor de las cifras, modesto) público. Por ejemplo, que podrá haber tres horarios diarios entre Bilbao y Buenos Aires (con escala en Madrid) en vez de dos, como ahora. IAG no hace hincapié en las tarifas de los billetes, claro: lo más probable es que acaben subiendo de precio, a no ser que la compañía obtenga una gran rentabilidad de la absorción. Otra parte del argumentario tiene algo de paradójico: IAG afirma que una compañía con mayor escala en Madrid-Barajas, ayudará a aumentar la demanda si se multiplican las conexiones. La competencia es un asunto complejo.
La negociación del ERE de Telefónica acabará mejor de cómo empieza
El nuevo ERE planteado por Teléfonica tiene un aspecto más delicado que los anteriores, porque se habla de salidas forzosas, frente a la voluntariedad que los ha caracterizado normalmente. Los sindicatos ya han mostrado su rechazo.
Puede ocurrir que el resultado final del conflicto sea equivalente a los procesos dados últimamente en la banca, que acabaron siendo mucho más flexible de lo temido al principio. Tanto los grandes bancos como Teléfonica están viviendo una difícil reconversión, y los empleados no quieren cargar con las consecuencias sin luchar.
La informática no hará milagros en la sanidad, pero puede ayudar
Los occidentales son cada vez más viejos, y van más al médico; como no se invierte tanto en personal como haría falta para atender esa creciente demanda, se busca que sea la tecnología la que supla las carencias. Por ejemplo, filtrando pacientes en urgencias, de modo que solo acudan quienes lo necesitan realmente. Más clara está su utilidad en ahorrar burocracia a los médicos, para que puedan dedicar su tiempo a su verdadera labor (aunque a veces la informática, en lugar de ahorrar papeleo, lo genera, si está mal diseñada). Dicen también los expertos que con ella el enfermo puede “empoderarse”, es decir, hacerse más consciente de su enfermedad y de su manejo. No parece que la tecnología vaya a hacer milagros ni a resolver el problema sanitario, pero puede ayudar.
La frase del día
“Decir en octubre en público que me gusta el puesto de secretario general de la OTAN fue un error. No añadiré nada más, porque de otra manera podría malinterpretarse”
Mark Rutte, primer ministro en funciones de Países Bajos
Eliminar o reducir los combustibles fósiles: en ningún caso va a ser de un día para otro
La presidencia de la cumbre del clima ha lanzado una propuesta de acuerdo que habla de la “reducción” gradual de los combustibles fósiles, y no de su “eliminación”, como defiende, entre otros, la UE. No deja de ser un debate retórico, porque la eliminación, en caso de comprometerse, tampoco se iba a producir de un día para otro, y muy probablemente acabaría retrasándose en todo caso. Se puede aducir, eso sí, que exigirse objetivos ambiciosos es la mejor manera de conseguir al menos los más humildes. El compromiso propuesto, de todas maneras, sí incluye el objetivo de triplicar la capacidad en energías renovables. Quizás sea más práctico centrarse en lo que se quiere ampliar que en lo que se quiere eliminar o reducir.
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