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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una estrategia óptima para los retos de la automoción

La apuesta de CIE Automotive por invertir en países con baja tasa de motorización se adapta como un guante a la coyuntura del sector en Europa

CINCO DÍAS
Fábrica de CIE Automotive en Francia.
Fábrica de CIE Automotive en Francia.

Los buenos números que CIE Automotive está registrando en sus márgenes, que le han permitido ganar 253,5 millones netos hasta septiembre, un 7,6% más que en el mismo periodo de 2022, constituye una notable bolsa de recursos para salir de compras al mercado. La compañía con sede en Bilbao ha adoptado una estrategia de crecimiento orgánico, basada en buscar oportunidades en países con alto potencial para la industria del automóvil y en los que obtiene también sus principales ingresos. Una hoja de ruta para la que cuenta con una tesorería de 1.500 millones de euros para invertir hasta 2025 y unos números lo suficientemente bien gestionados como para poder comprar sin disparar la deuda.

El mapa de intereses de CIE incluye, entre otros mercados, a India, que aporta más del 15% de los ingresos del grupo y que es un país con baja tasa de motorización y altas expectativas de crecimiento. Otra apuesta bien calculada es Brasil, donde la china BYD pretende reabrir a mediados del año que viene una antigua planta de Ford y producir 300.000 coches a partir de 2025, un objetivo para el que contará con proveedores establecidos en el país, como CIE.

Los planes del grupo de ganar músculo e internacionalización, junto a las previsiones de cerrar el año con cifras récord, constituyen una apuesta notable en un sector que ha sido golpeado por los rigores de la crisis del motor en Europa y en el que abundan empresas asfixiadas por las dificultades económicas. En ese contexto, la baja cotización del valor, que contrasta con los saneados resultados del negocio, es un ejemplo del handicap que afrontan en los mercados las compañías industriales, como las de automoción, con gran volatilidad, por el efecto negativo que la inflación ejerce sobre el consumo.

Diversificar geográficamente el negocio con inversiones en países con baja tasa de implantación del automóvil y altas expectativas de futuro es una estrategia que se adapta como un guante a la compleja coyuntura que vive en general la automoción en la UE, atrapada entre las exigencias normativas comunitarias en materia de descarbonización, las presiones de la inflación y la feroz competencia de los fabricantes asiáticos.

Aunque la automoción española comienza a recuperar el ritmo y el volumen de producción que perdió durante la pandemia y la crisis de microchips, dificultades como las que vive la planta de Ford en Almussafes, que a partir del próximo mes de abril solo ensamblará el Kuga, que hoy supone dos tercios de su actividad, evidencian los complejos retos que vive esta industria, cuya aportación es fundamental para la economía.

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