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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

China y el trébol de cuatro hojas

El país sigue negando la crisis económica, lo mismo que pasó en Europa y EEUU en 2007. Por lo tanto, todo es susceptible de empeorar

José Carlos Díez
Evergrande
Fachada de la sede de Evergrande en Shenzhen.ALY SONG (REUTERS)

En la crisis de 2008, la Fundación del Pino organizó unas conferencias magistrales, con los mejores economistas del mundo y la mayoría de premios Nobel, para comprender mejor la grave crisis a la que nos enfrentábamos. En una ocasión trajeron a un economista chino que dirigía un instituto internacional en Hong Kong. En la peor crisis global desde la Gran Depresión, la economía china continuaba creciendo próxima al 10% a velocidad de crucero, y mi inquietud intelectual para comprender la que sucedía allí era máxima.

El conferenciante no defraudó y nos dio una clase magistral sobre el modelo de crecimiento chino, pero habló muy poco del cambio de modelo que el Gobierno del país anunciaba, potenciando el consumo y la demanda interna. Yo le pregunté por ese nuevo modelo y me respondió “es como el trébol de cuatro hojas, no existe”. Hoy, 15 años después, tenemos evidencia empírica para analizar el cambio de modelo y la crisis que sufre hoy China, la más compleja desde que abandonaron el sistema de planificación comunista en 1980.

En 2007, China tenía 7.000 dólares de renta por habitante y un superávit por cuenta corriente del 10% de su PIB, con la tasa de inversión más alta del planeta. Tenía lo que el Nobel de economía Arthur Lewis. Un modelo de éxito orientado a la exportación con bienes intensivos en trabajo, con salarios bajos y un ejército de reserva de trabajadores en zonas rurales que vivían en la extrema pobreza. Es similar al modelo de la economía española durante los años sesenta, cuando Franco abandonó el modelo de planificación económica fascista ideado por Mussolini en Italia.

Desde 2007, China ha triplicado su renta por habitante, pero sigue siendo un 70% inferior a la de EEUU. La causa es que su productividad por ocupado, que determinada los salarios en una economía abierta y competitiva como es la del mundo actual, también es un 70% inferior al promedio de EEUU. El problema es que China ha invertido más de lo que su economía necesitaba, sobre todo en viviendas, pero también infraestructuras, y ahora tendrá que estar un periodo prolongado digiriendo ese exceso de inversión.

Es parecido a lo que nos pasó en España entre el año 2000 y 2007, pero con la gran diferencia de que China tiene posición superavitaria de reservas de divisas y no necesitará un rescate internacional, como sucedió en España en 2012, provocando un frenazo brusco de nuestra economía. La crisis china se parece más a la japonesa de 1991. El problema para China, además de su baja productividad, es que ahora ya son una economía endeudada, superando en deuda pública y privada sobre PIB a EEUU.

Los gobiernos chinos crean vehículos para desarrollar infraestructuras y no los contabilizan en las cuentas públicas que envían al FMI. El Fondo ha estimado, en su reciente informe sobre China, que, incluyendo esos vehículos, el déficit público en 2022 fue del 18% del PIB, la deuda pública supera el 100% del PIB y la proyección dentro de cinco años es que supere el 150% del PIB. Eso situaría a China como el país con mayor deuda pública del mundo, junto con Italia y Grecia.

En otra conferencia de la Fundación del Pino en 2009 trajeron a Robert Solow, Nobel de economía por su modelo de crecimiento. Solow nos enseñó que de una crisis de deuda se sale aumentando la productividad y el crecimiento potencial de la economía. Como este tipo de crisis provocan restricción de crédito, se dificulta la acumulación de capital y la salida natural es por aumento de la productividad total de los factores. España, lamentablemente, no siguió el consejo del Nobel, la productividad total de los factores ha caído desde 2007 y esté en el mismo nivel que en el año 2000. Por eso seguimos con los salarios estancados y alejándonos en renta por habitante cada año de los países más exitosos en la era de la tecnología global.

China tiene empresas que han conseguido desarrollar proyectos de inversión de éxito en mercados internacionales competitivos, pero son muy pocas. El promedio de empresas chinas son aún muy ineficientes y con productividades muy bajas. Tienen que mejorar sus modelos de negocios, aumentar los márgenes sobre ventas con estrategias de marketing y diferenciación de producto. Incorporar las tecnologías que se desarrollan en sus centros tecnológicos y universidades al parque empresarial para aumentar su eficiencia, especialmente la inteligencia artificial. Tienen que huir del modelo “yo te lo hago más barato” y pivotar a “yo te lo hago mejor y a precios competitivos, pero no los más baratos”.

Esto es fácil de decir, pero muy difícil de hacer. Hay muy pocos países que lo han conseguido y esos son los que tienen más productividad y lideran los rankings de renta por habitante. Vuelvo de un viaje a China y siguen negando la crisis, lo mismo que nos pasó en Europa y EEUU en 2007. Por lo tanto, todo es susceptible de empeorar. Lo más probable es que sigan devaluando el yuan y exportando deflación al mundo para ganar cuota de mercado. Tras las medidas proteccionistas de EEUU y las que parece van a llegar en Europa, buscan nuevos mercados en países emergentes donde se concentra el crecimiento mundial y el nacimiento de clases medias.

Pero si no sanean y recapitalizan rápido su sistema bancario y sus empresas aumentan, su productividad les irá mal.

José Carlos Díez es Profesor de economía de la Universidad de Alcalá

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