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Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La vapuleada deuda de Altice es una apuesta solo para audaces

Drahi tendrá que vender activos a la fuerza, en medio de una investigación por corrupción en Portugal

Patrick Drahi (izquierda), y el cofundador de Altice Armando Pereira, ante la Bolsa de Nueva York, en 2017, antes de la OPV de la compañía.
Patrick Drahi (izquierda), y el cofundador de Altice Armando Pereira, ante la Bolsa de Nueva York, en 2017, antes de la OPV de la compañía.Richard Drew (AP)

La deuda de Altice es una apuesta para audaces. El grupo de telecos de Patrick Drahi tiene una deuda de 60.000 millones de dólares y afronta un aumento de los costes de endeudamiento y una investigación por corrupción. Incluso con los altos retornos actuales, los bonos del grupo son una propuesta arriesgada. Los problemas de endeudamiento de Drahi, de 59 años, son una historia de ambición audaz. Nacido en Marruecos e hijo de dos profesores de matemáticas, se trasladó a Francia a los 15 años. El inversor usó deuda barata para comprar empresas de cable en Europa y EE UU. Ahora sus intereses en telecos se reparten entre tres entidades, todas controladas o participadas al 100% por él: una unidad francesa, un negocio internacional que abarca Portugal e Israel, y Altice USA.

Su reputación de implacable recortador de costes se ha visto socavada por una investigación de corrupción en Portugal sobre los procesos de contratación de la empresa, que ha puesto bajo arresto domiciliario a Armando Pereira, mano derecha de Drahi. La investigación ha llevado a la suspensión de Alexandre Fonseca, co-CEO de Altice International, y de otros directivos, empleados y representantes legales en Portugal y otros países. Pereira niega haber cometido delito alguno, según su abogado.

Altice se declara víctima del escándalo, y Drahi ha dicho a los inversores que se siente “traicionado por un pequeño grupo de individuos”. También afirma que la investigación no tendrá ningún impacto en la capacidad del grupo para pagar sus deudas, y que en septiembre se reunirá con los acreedores en Nueva York y Londres.

Incluso antes de que estallara el escándalo, en julio, Altice estaba bajo presión debido al alza de los tipos. Altice International, que opera en Portugal, Israel y República Dominicana, es el activo europeo de Drahi que mejor funciona, con unos ingresos que crecieron un 4,6% anual en el segundo trimestre. La mayor preocupación es Francia, que tiene una deuda equivalente a seis veces el ebitda. Sufre por un caro despliegue de fibra, y la feroz competencia de Orange, la Iliad de Xavier Niel, y Bouygues Telecom.

En el segundo trimestre, los ingresos de Altice France cayeron casi un 3% interanual y el ebitda bajó un 5%. Su flujo de caja fue negativo, tras tener en cuenta la inversión, los intereses, los impuestos y los cambios en el capital circulante. El alza de los tipos hará que la carga de la deuda sea más dolorosa: el coste medio de la deuda de la unidad era inferior al 6%, pero incluso sus bonos de menor riesgo, garantizados por los activos de telecos de la división, están rindiendo casi el 9%. Los bonos no garantizados de Altice France, emitidos por su holding, están aún más deteriorados: los que vencen en 2028 valían el lunes menos del 40% de su valor nominal y rendían más del 30%.

Arreglar lo de Francia puede llevar tiempo. Así que Drahi tendrá que vender activos para recortar deuda, que empieza a vencer en 2025. Tiene opciones. Tanto Altice France como Altice International están intentando vender sus negocios de centros de datos, con lo que podrían recaudar unos 700 millones de euros, según los banqueros. También está la división de medios de Altice, que gestiona el canal de noticias BFM TV. Según los banqueros, podría valer unos 500 millones de euros.

Pero Altice France por sí sola tiene una deuda de unos 19.000 millones de dólares, que vence en 2029. Drahi podría tener que poner sobre la mesa la cubertería de plata, como su 50% del negocio de fibra francés. Ya en 2018 vendió un 49,9% de la unidad, llamada XpFibre, por 1.800 millones de euros. También podría intentar vender la participación de Altice en su negocio de publicidad Teads, que aspiraba a cotizar en Bolsa en 2021 por 5.000 millones de dólares. Como último recurso, podría intentar obtener capital de un fondo de capital riesgo.

Pero puede que el tiempo no acompañe a Drahi. Al ser un vendedor forzoso, le resultará difícil negociar un precio justo por sus activos. Y el escándalo de corrupción puede prolongarse, disuadiendo a posibles compradores. La investigación sobre la quiebra en 2014 de Banco Espírito Santo, otro gran escándalo portugués, aún no ha concluido.

Los jugosos retornos de la deuda de Altice pueden atraer a inversores audaces. Los títulos podrían recuperarse deprisa si Drahi consigue arreglar Francia y vender activos. Pero el magnate tiene fama de reductor de costes e ingeniero financiero, y no tanto de especialista en reestructuraciones. Los acreedores tendrán que confiar en que Drahi pueda sacarse un último conejo de la chistera.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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