El debate de fondo de la financiación autonómica y el irresistible encanto del proteccionismo de EE UU
Las cifras no resuelven la discusión sobre el dinero de las regiones
A pesar de que produce cifras para dar y tomar, el sistema de financiación autonómica es cualquier cosa menos fácil de medir numéricamente: a la postre, hay un elemento subjetivo fundamental sobre cuánto debe redistribuirse la riqueza económica entre las regiones y cuánto se benefician las regiones más pobladas del efecto capitalidad. Que las sedes de las empresas estén en Madrid o en Cataluña, aunque tengan presencia en otras partes del territorio, debe obviamente ajustarse de alguna manera. Pero es tarea pitagórica determinar si los 6.300 millones que aportó Madrid al sistema en 2021 y los 2.200 millones que puso Cataluña son muchos o pocos, comparados entre sí y con lo que recibieron otras comunidades. Las que no tienen ese problema son País Vasco y Navarra, que están fuera del régimen común, aunque no por eso sus representantes dejan de participar en el poder legislativo en igualdad de condiciones.
La reforma del sistema, pues, seguirá siendo objeto de negociación política, agudizada tras las elecciones del 23J, con la sensación de que las ascuas se mueven demasiado, y las sardinas demasiado poco.
Las averiadas turbinas de Gamesa cosechan nuevas tempestades
Siemens Energy había avisado de que el problema de las turbinas defectuosas de Gamesa era muy grave, y destruiría las previsiones de beneficios del año, pero así y todo los inversores hicieron caer el valor ayer otro 6%, que de todas maneras es ínfimo comparado con el 40% que perdió la acción al conocerse la noticia, en junio.
La compañía empieza a tener localizadas las averías, pero se va a tomar con calma un posible incremento del ritmo de producción, algo que puede afectar a la transición energética en general. El de Siemens Gamesa es un claro ejemplo del riesgo de confiarse cuando el viento viene de cola.
El irresistible encanto del proteccionismo de EE UU
En el aspecto económico, demócratas y republicanos de EE UU coinciden en lo básico, más allá de ciertas diferencias, más retóricas que reales, sobre cuánto apostar por la transición ecológica. La defensa de la industria y la mano de obra locales frente al exterior, impulsada por Donald Trump y reforzada por Joe Biden, ha dado lugar a un irresistible plan de incentivos fiscales –camuflado de antiinflacionario– para atraer a las empresas foráneas. Españolas como Gestamp preparan a toda prisa la documentación para participar. Algo perfectamente natural, mientras la UE, como dice Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, se insiste más de lo debido en el aspecto restrictivo del cambio y menos de lo conveniente en la colaboración del Estado con el sector privado.
La frase del día
“Confío en llegar a un acuerdo con Arabia Saudí para mantener relaciones diplomáticas oficiales. Pero si no, aún podremos construir un corredor económico hasta Europa, que abarque energía, transporte y TIC”
Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel
Google no solo quiere ser el mejor buscador: aspira a ser el único
La casi omnipresencia de Google en las búsquedas de los internautas hace complicado determinar si la aplicación ha triunfado únicamente por ser mucho mejor que las demás, o también porque mandar en el mercado le permitió imponer su uso en los teléfonos móviles. Lo cierto es que ni siquiera Bing, de Microsoft, que no es una empresa pequeña sin capacidad para desarrollar y promocionar sus productos, ha conseguido quitarle una cuota de mercado significativa, así que lo lógico es pensar que su calidad es notable. Eso no obsta para que no haya incurrido en prácticas monopolísticas, porque las grandes compañías aspiran a mantener su posición de liderazgo indefinidamente, y la manera más sencilla es que los usuarios crean que su servicio no tiene alternativa.
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