Los desafíos de la inteligencia artificial en la gestión universitaria
Las posibilidades de la IA son amplias y emocionantes para las universidades, pero exigen que cada institución examine las áreas donde puede serle útil
El término inteligencia artificial (IA) cada día está más presente en nuestras vidas, desde el sector de las comunicaciones, del sanitario, el turístico al educativo. El entorno de la educación no se queda atrás y busca aprovechar la revolución tecnológica en curso y acceder a sus beneficios, especialmente en términos de innovación y conocimiento. Y para esto, la Unesco ya en el año 2019 desarrolló, en el marco del Consenso de Beijing, una publicación destinada a fomentar la preparación de los responsables de la formulación de las políticas educativas en inteligencia artificial y de interés para los profesionales de las comunidades educativas. Con un gran potencial para generar cambios significativos, la IA, ofrece herramientas para que las organizaciones educativas simplifiquen procesos y los flujos de trabajo a través de la automatización.
En la actualidad, en el sector de la educación superior, las universidades se mantienen muy activas para poder incorporar tecnologías de inteligencia artificial, no solo en sus planes de estudios, sino también en la gestión diaria. La competencia entre las universidades obliga a renovar sus políticas, de una forma ágil, para captar a los mejores estudiantes y para optimizar sus recursos. Aun así, la efervescencia de la IA genera confusión e incluso alarma del posible impacto en la educación superior. Esto muchas veces es debido al desconocimiento, incluso del propio concepto. Descuidando que la inteligencia artificial es descrita como el desarrollo de sistemas informáticos que utilizan el razonamiento, la lógica y otros rasgos humanos para realizar tareas de forma independiente.
Las posibilidades de la inteligencia artificial son amplias y muy emocionantes para las universidades pero, antes de ingresarlas al sector de la educación superior es necesario que cada institución examine, al menos, en qué áreas sería más útil (por ejemplo en admisiones, contabilidad, asesoramientos, personal, captación de talento, calidad, etc.); la forma de proteger la privacidad o datos personales de los estudiantes e incluso del personal académico y de servicios; los desafíos éticos; la posible falta de transparencia y cuando implementarlas (corto plazo o largo plazo), ya que el tiempo de integración debe ser esencial para garantizar el éxito y disfrutar de los beneficios.
Las universidades, grandes o pequeñas, históricas o modernas, emplean una gran cantidad de personal para el desarrollo óptimo de sus tareas, fundamentalmente las centradas en labores administrativas y de gestión. Estas son repetitivas y rutinarias en un gran porcentaje de la jornada y emplean grandes cantidades de datos e información.
Es importante admitir que la inteligencia artificial es sensible, determinante, flexible y autónoma. Sensible porque puede intervenir en interacciones con humanos u otras máquinas, dilucidando el significado y exponiendo una respuesta óptima. Determinante, porque puede interpretar la información proporcionada y tomar las medidas apropiadas para lograr los objetivos que se le han encargado. Flexible, porque puede asimilar nueva información y adecuar sus conductas para maximizar su efectividad. Autónoma, porque puede ejecutar parte de su labor de toma de decisiones sin necesidad de control humano.
Hoy en día, en los preámbulos de la inteligencia artificial en la universidad, las acciones o tareas que se han visto reforzadas y beneficiadas son la anticipación de las tendencias de inscripción del posible alumnado; el reclutamiento y posterior adquisición de los mismos; el aprendizaje e instrucción y aumento del rendimiento académico; la retención de estudiantes y la eficiencia general del esfuerzo.
Estas y muchas otras, que irán presentándose en los próximos años, mejorarán y enriquecerán la vida de los estudiantes y la calidad de sus estudios, la del personal docente e investigador y del personal de administración y servicios y las propias instituciones al escalar posiciones en los rankings universitarios. Ya existen casos del uso de la inteligencia artificial en algunos centros universitarios, por ejemplo:
- Académicos del Centro de Inteligencia Artificial Aplicada de la Universidad de Macquarie, Australia, están desarrollando algoritmos que automatizarán la corrección de exámenes utilizando tecnología de IA.
- En la creación de cursos. Coursera, conocido proveedor de cursos en línea, ya utiliza esta tecnología para notificar a los profesores cada vez que los estudiantes envían una respuesta incorrecta a una pregunta.
- La poderosa herramienta antiplagio Turnitin prepara ofrecer una herramienta para luchar contra el ChatGPT.
- Varias universidades como Harvard, Oklahoma o Nueva York retienen a los estudiantes mediante IA, ofreciéndoles seguridad de los datos, generación de consejos y transparencia de la información.
- Los asistentes virtuales y chatbots cada día están mejor logrados gracias a la IA y son varios centros los que lo utilizan, como la Universidad de California y la de Staffordshire.
- Los sistemas de vigilancia en las universidades a menudo funcionan con IA para mejorar la seguridad de los estudiantes y personal en el campus. La Universidad Nacional Cheng Kung fue la primera universidad en Taiwán en incorporar IA en su centro de seguridad.
En definitiva, las universidades exploran y experimentan nuevos sistemas de gestión con el fin de ofrecer la mayor calidad de la enseñanza a sus estudiantes. La inteligencia artificial es una herramienta revolucionaria que ha llegado para quedarse. Ahora bien, es necesario ofrecer una reflexión crítica de la variedad de preocupaciones normativas, sociales y organizativas que existen. Igualmente quedan desafíos prácticos y éticos por resolver en este espacio que deberían resolverse y evitar que se instalen durante años en los sistemas educativos.
Juan José Prieto es profesor de la Universidad Complutense de Madrid
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