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Las claves
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La imparable fiebre del turismo y el fin de las hipotecas para toda la vida

Después de una pandemia y de una guerra, ni la inflación es capaz de frenar la demanda de ocio y vacaciones

CINCO DÍAS
Primer día de julio en la playa de Benidorm
Pablo Miranzo (EFE)

Hay quien considera compleja la economía, pero ¡ay de la complejidad de la naturaleza humana! Pese a la guerra de Ucrania, las subidas de tipos, el rally de la inflación y la incertidumbre económica, llega el verano y los turistas encaran la temporada sin rechistar por tener que rascarse, y rascarse considerablemente, el bolsillo. Los hoteleros españoles, que no se han visto en otra como esta, no solo han alcanzado ya los niveles precrisis en número de viajeros, sino que han superado ya los ingresos previos a la pandemia y manejan previsiones más que optimistas. Alojarse en un establecimiento este verano costará como mínimo hasta un 20% más que en la temporada alta de 2019.

Las empresas aseguran que, aunque los ingresos crecen, los márgenes no se ensanchan, por el aumento de costes y la necesidad de reformar y modernizar instalaciones. El gran problema del sector está claro que no es el retraimiento de la demanda, pero sí la falta de mano de obra. Los grupos hoteleros ofrecen formación, alojamiento gratuito y todo tipo de cebos para atraer cocineros y camareros...sin éxito.

¿Quién querría atarse de por vida a una hipoteca si puede pagar al contado?

Entre los vertiginosos cambios que se están produciendo en esta era de tipos y precios altos destaca el aumento de la gente que compra su vivienda al contado y se ahorra la pesada carga de una hipoteca de por vida. Los datos de notarios y registradores apuntan a que la mitad de las viviendas se están adquiriendo ya de esta forma, un máximo histórico que se explica por la dificultad de acceder al crédito y el encarecimiento de los préstamos. El perfil de comprador deshipotecado es variopinto: desde extranjeros con fortuna hasta buenos ahorradores o personas con familias generosas. El objetivo es el mismo: pagar de una vez para siempre.

El teletrabajo y el problema de la vivienda (o cómo matar dos pájaros de un tiro)

Quién nos iba a decir que la llegada del teletrabajo ayudaría a resolver el problema de la vivienda. Es una simplificación, sin duda, pero no está del todo exenta de razón. La tasa de oficinas desocupadas alcanza ya el 11% en Madrid y el 12% en Barcelona, en parte por la tendencia a trasladar las oficinas fuera del centro de las ciudades y en parte por el auge del trabajo en casa. El fenómeno abre una oportunidad inmobiliaria sustanciosa. Según la consultora EY, ambas ciudades suman en total 2,5 millones de metros cuadrados de espacios destinados a empresas que deberían convertirse en viviendas con servicios, lo que aportaría 28.000 nuevas casas, buena parte de ellas en la zona centro. No parece una mala idea, sola hace falta ejecutarla.

El mundo está mal repartido... y las pymes no se llevan la mejor parte

El mundo está mal repartido. Mientras el sector turístico ve subir como la espuma los ingresos y los precios, más de la mitad de las pymes del país no remontan las ventas, pese a hacer el esfuerzo de no trasladar el grueso de la inflación de costes a la factura del consumidor. Solo una de cada cinco pequeñas empresas confiesa haber traslado la subida de costes a sus precios, el 50% lo ha hecho “en parte” y algo menos del 20% aún no lo llevado a cabo, pero lo tiene previsto.

Entre las preocupaciones inflacionarias de las pymes destaca el precio de la energía, los costes laborales y el efecto arrastre del salario mínimo, así como los impuestos. Así enumerado parece una buena carta de demandas y peticiones bien claritas para el futuro Gobierno.

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