¿Es suficiente el salario monetario para cubrir una vacante?
Las condiciones económicas de un puesto son la fuente básica de motivación del trabajador, pero no la única
La evolución reciente de la economía española muestra un comportamiento favorable en términos de producto interior bruto (PIB), debido sobre todo al empuje de las exportaciones. Se ha recuperado en el primer trimestre del año el PIB prepandemia tras crecer entre enero y marzo un 0,6% respecto al trimestre anterior. En términos interanuales, el PIB del primer trimestre creció un 4,2%, cuatro veces más que la media de la Unión Europea. Además, se ha llegado a ...
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La evolución reciente de la economía española muestra un comportamiento favorable en términos de producto interior bruto (PIB), debido sobre todo al empuje de las exportaciones. Se ha recuperado en el primer trimestre del año el PIB prepandemia tras crecer entre enero y marzo un 0,6% respecto al trimestre anterior. En términos interanuales, el PIB del primer trimestre creció un 4,2%, cuatro veces más que la media de la Unión Europea. Además, se ha llegado a contener el impacto de la inflación. Así, la cifra del IPC de junio (1,9%, según cifra adelantada por el INE) mejora la media europea y nos sitúa por debajo del objetivo de inflación del Banco Central Europeo, situado en el 2%.
Un crecimiento económico robusto genera una fuerte creación de empleo, lo que ha supuesto un aumento de 426.000 puestos de trabajo que representa un crecimiento interanual del 2,3%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). De este modo, el mercado laboral de España está demostrando una enorme resiliencia y capacidad de adaptación, a pesar del actual escenario de incertidumbre caracterizado por la crisis sanitaria, la guerra en Ucrania y la subida de tipos de interés.
En cuanto al número de vacantes de empleo, es decir, aquellos puestos de trabajo remunerados no cubiertos, se sitúa en torno a 150.000 (el 90% en el sector servicios). Así, la tasa de vacantes no cubiertas se eleva al 0,9% frente al 2,8% de la Unión Europea, según cifras publicadas por Eurostat con datos suministrados por la encuesta trimestral de costes laborales (ETCL) que publica el INE.
En este contexto, las comunidades autónomas, a través de sus servicios de empleo, tienen transferidas las competencias en materia de políticas activas de empleo. Por lo tanto, son ellas las encargadas de gestionar el registro de demandantes y ofertas de trabajo. De ahí su importancia en analizar los datos por regiones.
La comunidad con mayor número de vacantes es Madrid (36.800), que acumula casi una cuarta parte del total, y le siguen Cataluña (29.300), Andalucía (17.800) y Comunidad Valenciana (17.100). En conjunto concentran más de dos tercios del total.
Tras analizar los datos correspondientes a la tasa de vacantes no cubiertas con relación al total de ocupados, se evidencia que Madrid (1,3%) tiene una mayor proporción de empleos sin cubrir, seguida de Cataluña (0,97%) y la Comunidad Valenciana (0,92%). Todas ellas se sitúan por encima de la media española (0,9%), mientras que Andalucía (0,7%) se sitúa por debajo.
La pregunta que se plantea es: ¿por qué existen puestos de trabajo vacantes?
Para las empresas la respuesta es evidente: existe déficit de personal cualificado. Los demandantes de empleo no tienen las competencias adecuadas y, por ello, no se adaptan a las necesidades de las empresas. Su situación en el desempleo no depende tanto de la coyuntura económica, y sí de su cualificación, de las condiciones empresariales y el crecimiento a largo plazo.
Para los demandantes de empleo no es solo un problema de déficit de personal, sino que ofrecen bajos salarios y condiciones laborales inadecuadas, sobre todo en determinados sectores. La actividad de hostelería tiene un coste salarial mensual de 1.252 euros de media (60% de salario mediano en España) y representa el salario más bajo del resto de ramas de actividades.
Esta situación no es solamente exclusiva en sectores con baja cualificación, sino en actividades más cualificadas como medicina, ingenierías, nuevas tecnologías, etc. En estos sectores avanzados, además de la escasez de profesionales hay que añadir que muchos profesionales se ven obligados a emigrar al extranjero por ofrecerles mejores condiciones de trabajo y salarios ajustados a sus niveles de competencia y productividad.
Es cierto que las características del mercado laboral van cambiando y que cada vez más las empresas valoran positivamente la entrega al proyecto empresarial y el compromiso.
Sin embargo, si las oportunidades laborales implican movilidad geográfica, el problema de los bajos salarios se amplifica. Sobre todo, si el puesto de trabajo que nos ofrecen se encuentra situado en zonas costeras con fuerte presión turística. En dichas zonas los alquileres de vivienda, en muchos casos, están muy por encima de los salarios. Y en otras zonas el esfuerzo salarial que hay que realizar supone destinar un 60% del salario a pagar el alquiler.
Todo ello frena la idea de trasladarse a otra localidad por parte de determinadas personas, aunque les ofrezcan posibilidades de un mayor éxito profesional. Las personas están dispuestas a cambiar de residencia habitual, pero solo si mejora su relación laboral y económica, hecho este que en muchas ocasiones no sucede.
Determinados expertos en recursos humanos indican que el salario monetario es la fuente básica de motivación para acudir cada día al trabajo, pero que el dinero no lo es todo. Por ello habría que considerar el salario emocional.
Entendemos por salario emocional todo aquello que tiene que ver con la flexibilidad de los horarios, la conciliación con la vida privada, etc. En definitiva, se refiere a todos los aspectos no económicos que contribuyen a mejorar la vida de las personas ocupadas.
Sin embargo, un salario emocional elevado nunca puede compensar un salario económico bajo. Si las empresas quieren reclutar y mantener a su personal deben ofrecer una retribución económica adecuada que cubra las necesidades básicas. Hay que considerar el salario emocional en sus justos términos, pero ello es algo adicional al salario monetario.
Vicente Castelló es profesor de la Universidad Jaume I y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local
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