La Bolsa hace bien en cuidar la cantera
El nuevo mercado de BME para startups pone coto al riesgo de salida de empresas hacia otras jurisdicciones
La dependencia del capital ajeno para el crecimiento empresarial es uno de los grandes lastres del tejido productivo español. Las empresas se lanzan con los ahorros, propios o familiares, de sus promotores, y muchas veces dependen de su propia capacidad de generar financiación para ganar escala. Las entidades financieras suelen ser reacias a arriesgar fondos en empresas cuya supervivencia no está garantizada ni en el corto plazo. Y con razón; los tipos de interés que exigen determinados niveles de riesgo supondrían, de hecho, un lastre de primer orden para una firma que da sus primeros pasos.
La solución está en la inversión de capital: un inversor institucional sí está en condiciones de arriesgar una parte (por lo general no mayoritaria) de sus fondos en varios proyectos empresariales, pues basta que un puñado de ellos sobreviva para que, en conjunto, la apuesta pueda resultar rentable. Un fácil acceso a financiación no es ni mucho menos condición suficiente para que prosperen los buenos proyectos empresariales, pero en la mayor parte de las ocasiones sí es condición necesaria. Particularmente en el veloz mundo de la tecnología, donde la rapidez a la hora de ganar escala puede marcar la diferencia entre una buena idea y un proyecto milmillonario.
En este sentido, la iniciativa de BME para crear un mercado para empresas de aún menor tamaño que BME Growth solo puede ser bienvenida. BME Scale está enfocado a empresas de reciente creación, y tiene sentido, así, que el acceso de los inversores minoristas esté restringido. Estas empresas tendrán, por sus propias características, poca liquidez y poco capital flotante, y, por tanto, solo inversores institucionales podrán arriesgar su dinero. El mercado ofrece, por su parte, rebajar los costes de acceso a esta vía de financiación y, de cara a los posibles inversores, un escaparate de opciones de alto riesgo pero también potencial elevado, y donde la diversificación es crítica.
Este parqué a pequeña escala, en paralelo, pone coto al riesgo de salida de empresas hacia otras jurisdicciones donde pudieran encontrar capital con más facilidad. Euronext, desde sus mercados de París y Ámsterdam, se ha erigido en competidora de la Bolsa española, no tanto en la acogida de startups como de empresas con un cierto tamaño o sociedades de gestión inmobiliaria. Pero facilitar el crecimiento en las etapas embrionarias es, o debería ser, la precuela de la cotización en mercados de mayor tamaño como el propio BME Growth o el continuo. Sin grandes OPV a la vista, bien hace el mercado español (de capital suizo) en intentar cuidar la cantera.
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