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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Es hora de revisar los criterios europeos de competencia

La decisión sobre la fusión de Orange y MásMóvil parece una buena ocasión para flexibilizar una política que no siempre refleja adecuadamente la cambiante realidad del mercado

CINCO DÍAS
Orange - MasMovil
Agencia Getty (Anadolu Agency)

El pliego de cargos sobre las condiciones de la fusión entre Orange y MásMóvil no ha incluido objeciones sobre el efecto de la operación en el mercado mayorista, pero sí expresa las preocupaciones de la CE sobre el impacto que tendrá esa integración en el segmento minorista en los servicios de telefonía móvil y en la banda ancha fija, así como en las tarifas convergentes en España. En su análisis sobre lo que puede constituir una de las mayores operaciones de la historia en el mercado español de las telecos, valorada en 18.600 millones de euros, Bruselas insiste en lo que se ha convertido en la piedra de toque de la política de competencia en el sector, el hecho de que la integración de Orange y MásMóvil, segundo y cuarto operador en España, reducirá los cuatro operadores móviles de red que hay actualmente a solo tres, junto a un grupo de operadores móviles virtuales que ofrecen servicios de fijo y móvil mediante infraestructuras de las grandes telecos. Ello eliminaría, según la CE, “un competidor significativo en los distintos mercados” y podría producir un “significativo incremento de los precios”.

Aunque la aritmética no es precisamente una materia de libre interpretación, sus resultados dependen de los factores que se incluyan en la operación. En ese sentido, tanto Orange y MásMóvil como otras operadoras españolas defienden la condición de quinto operador del mercado de Digi, que cuenta ya con más de cinco millones de clientes y lidera la captación de nuevos clientes a través de la portabilidad, factores ambos que es necesario considerar. El hecho de que en España operen ya ocho compañías con una facturación anual superior a los 100 millones de euros es otra circunstancia que debería tener un peso señalado a la hora de justificar la decisión final de Bruselas.

Las autoridades europeas de competencia no se han caracterizado en los últimos años por facilitar las operaciones de concentración empresarial en el sector. La severidad de los criterios comunitarios ha sido sin duda uno de los factores que explican la pérdida de competitividad de la industria europea frente a la estadounidense o la china. En su afán por proteger la libre competencia, Europa parece haberse empeñado en ignorar que el mercado de las telecomunicaciones ha crecido y se ha globalizado, y que en ese proceso vertiginoso la entrada de los operadores virtuales en el mercado ha aumentado las opciones de los consumidores e influido en los precios. La decisión sobre la fusión de Orange y MásMóvil parece una buena ocasión para reevaluar estos factores y flexibilizar unos criterios que no reflejan adecuadamente la cambiante realidad del mercado.

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