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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La terca piedra de tropiezo del BCE

La política monetaria no consigue doblegar una inflación subyacente que parece impermeable a las medidas de Fráncfort

CINCO DÍAS
President of European Central Bank Christine Lagarde looks on prior to a press conference in Frankfurt, Germany, Thursday, June 15, 2023 after a meeting of the ECB's governing council. (AP Photo/Michael Probst)
President of European Central Bank Christine Lagarde looks on prior to a press conference in Frankfurt, Germany, Thursday, June 15, 2023 after a meeting of the ECB's governing council. (AP Photo/Michael Probst)Michael Probst (EL PAÍS)

La inflación subyacente, la que excluye el efecto del coste de los alimentos y la energía, se ha convertido en la gran piedra de tropiezo de la política monetaria del BCE y en un riesgo clave para la economía europea. En su reunión de ayer, que se desarrolló según lo esperado y no arrojó sorpresas, Fráncfort no solo subió los tipos de interés 25 puntos básicos, hasta el 4% para el tipo de referencia y al 3,5% para la facilidad de depósito, sino que dejó claro que habrá un nuevo escalón al alza en julio, a menos que los precios se moderen de un modo sustancial, algo que no parece probable. “El viaje no ha terminado”, resumió Christine Lagarde, quien reconoció que la inflación se ha moderado, pero no lo suficiente, que es probable que siga siendo alta durante “demasiado tiempo” y que el banco no renuncia a su objetivo de situar el indicador en torno al 2%, en lo que supone su mandato, y hacerlo a medio plazo. Más allá de cómo de lejano resulte finalmente ese medio plazo y hasta qué punto es realista hablar de la vuelta al objetivo del 2%, la preocupación del BCE se centra en una tasa de inflación subyacente que el banco cifra en el 5,1% para este año, por encima del 4,6% que estimaba en sus previsiones de marzo.

Ni el cuadro de previsiones macro presentado ayer, que apunta a un crecimiento ligeramente más débil que el pronosticado en marzo, ni el hecho de que la eurozona haya entrado en recesión técnica han hecho mella en la decisión de Fráncfort de seguir enfriado la economía europea para doblegar la escalada de los precios. La mano de hierro del BCE se está haciendo notar ya en los costes de financiación de la economía, en la restricción de los créditos y en un consumo que hasta ahora ha resistido gracias a la bolsa de ahorro acumulada durante la pandemia. Fráncfort espera que encareciendo la financiación y bajando la temperatura de la economía, los precios cedan. Pero a día de hoy, sus medidas no han logrado doblegar una tasa subyacente que parece impermeable, buena parte de la cual se debe a motivos meteorológicos que están afectando a las cosechas.

Todo apunta a que la hoja de ruta del BCE para moderar la inflación está apurando sus últimas etapas. Después de haber reaccionado tarde a un rally de precios que durante mucho tiempo tildó de coyuntural, el reto actual de Fráncfort es modular la política monetaria sin enfriar demasiado una economía europea que parece subir, agotada y con esfuerzo, una cuesta que no acaba.

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