Vodafone y la complejidad del mercado español
Los parámetros de Bruselas, basados en fomentar al menos cuatro operadores, resultan inadecuados para un sector de competencia feroz y costes desiguales
El anuncio de la consejera delegada de Vodafone, Margherita Della Valle, de que el grupo revisará su estrategia en España mediante un proceso abierto a “cambios estructurales” que podrían conducir incluso a una venta dice mucho de los problemas que atraviesa la compañía, pero también de la creciente complejidad del mercado español.
Vodafone España cerró su ejercicio fiscal el pasado 31 de marzo con cifras decepcionantes: un 6,5% menos de ingresos que el año anterior, fruto de la caída de los ingresos por servicios en un entorno de dura competencia, así como del retroceso de las ventas de equipos. La propia Della Valle reconoció que el futuro de la compañía en España no es halagüeño, por tratarse de un mercado “obviamente muy difícil que no tiene fácil arreglo”.
Las dificultades del mercado español, considerado el más competitivo de Europa, son evidentes y ampliamente conocidas. Por un lado, la oferta está muy fragmentada, hasta el punto de que el sector duplica en número de operadores convergentes relevantes fijo-móvil a los grandes países europeos. El mercado español cuenta con ocho operadores convergentes nacionales que facturan más de 100 millones de euros anuales –Telefónica, Orange, Vodafone, MásMóvil, Digi, Avatel, Adamo y Finetwork– en contraste con Francia, donde operan cuatro, y con Reino Unido, Italia y Alemania, cada uno con cinco. Además, hay en total 36 operadores independientes, tanto móviles virtuales como con propia red, incluidos esos ocho de mayor facturación. Todo ello en un país de 47 millones de habitantes, lejos de los 83 millones de Alemania, los 67 millones de Francia o de Reino Unido y los 60 millones de Italia. Los datos de portabilidad de 2022, un ejercicio en el que Telefónica, Orange y Vodafone perdieron más de un millón de líneas, entre fijo y móvil, frente a la competencia de las operadoras low cost da una idea de la presión del negocio.
Mientras el sector espera un 2023 en el que se haga efectiva la fusión de Orange y MásMóvil, pendiente de los remedies de Competencia, cada vez resulta más obvio que la creciente complejidad del mercado aconseja una estrategia de alianzas que Vodafone probablemente no ha manejado con suficiente rapidez, pero que además sigue contando con escasas simpatías en la Comisión Europea. Los parámetros de Bruselas, basados en fomentar al menos cuatro operadores por país, resultan cada vez más inadecuados para un mercado de competencia feroz y costes desiguales, y deberían ser seriamente revisados.
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