Velocidad de crucero en los resultados empresariales
Con todas las cautelas obligadas, parece que ni las empresas viven ahogadas ni están, tampoco, saqueando el país
Las distorsiones puntuales siempre complican la lectura de las cuentas de un grupo tan heterogéneo de empresas como el Ibex 35. La caída de beneficios, resultado de explotación y beneficio neto se explican por la sorprendente presencia en el índice del gigante siderúrgico Arcelor, para el que España es el tercer mercado en términos de liquidez. Eliminando el impacto de esta multinacional, que aumentó márgenes en 3.000 millones en 2022, el club de las grandes empresas españolas mejoró beneficios en un 16%, resultado de explotación en un 9% y facturación en un 12,8%. Las cifras se comparan con un aumento del IPC del 3,3% y del 6,2% en el caso del deflactor del PIB. Las grandes empresas están soportando el pico inflacionista con un moderado ensanchamiento de márgenes. Un balance que invita también a la moderación a la hora de leer dichas cuentas: con todas las cautelas obligadas, parece que ni las empresas viven ahogadas ni están, tampoco, saqueando el país.
La firma esta semana del acuerdo salarial es otra señal de normalización dentro de la eterna y tóxica campaña electoral en la que vive el país. Tan legítima es la libertad empresarial para gestionar sus márgenes como la exigencia de los trabajadores de no perder demasiado poder adquisitivo. El país está por encima de la política espectáculo.
Dentro de esa normalidad está, también, el tira y afloja a cuenta de los impuestos. El balance del primer trimestre da la razón al Ejecutivo, en la medida en que los vientos de cola coyunturales más que compensan el efecto de la tasa. Los bancos han tenido margen, incluso, para pagar el impuesto especial de todo el año (siempre conviene ser previsor). Y, en términos operativos, el sector ha registrado un avance de los márgenes históricos, de más del 40%. En las energéticas, mientras Endesa e Iberdrola arrojan sólidas subidas de beneficio, Repsol registra una bajada sobre 2022, pero duplica las cifras de 2021.
Las cifras del Ibex, al igual que las de PIB y empleo publicadas recientemente, tienen su zona gris, y la reentrada de las economías occidentales en un entorno de inflación (y, por tanto, dinero caro) es un movimiento de largo plazo. No se pueden ni deben sacar conclusiones precipitadas, pero la primera piedra de toque desmonta las negras previsiones que pendían sobre las economías hace justo un año. Queda, en todo caso, mucho partido, y en particular calibrar el impacto de la restricción de crédito de la que alerta el siempre comedido BCE.
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