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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Apostar por el crecimiento y la cirugía fiscal

Combinar la confianza en la actividad con una razonable revisión de los estímulos fiscales puede ser una buena receta para los próximos años

CINCO DÍAS
MADRID, 26/04/2023.- La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, interviene en la sesión de control en el Congreso de los Diputado este miércoles. EFE/ Zipi Aragón
MADRID, 26/04/2023.- La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, interviene en la sesión de control en el Congreso de los Diputado este miércoles. EFE/ Zipi Aragón ZIPI (EFE)

El anuncio de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, de que el Gobierno prevé que España alcance el objetivo de déficit del 3% en 2024, un año antes de lo anunciado, constituye sin duda una buena noticia, especialmente ahora que la política de cohesión europea vuelve a cobrar todo su protagonismo con la inminente reactivación y reforma de las reglas fiscales comunitarias. El Programa de Estabilidad que el Gobierno ha previsto enviar este viernes a la Comisión no contiene apuestas destacadas o reformas concretas, sino que fía la rebaja del déficit a la “buena” evolución de la economía y a la creación de empleo, gracias al efecto expansivo de la actividad sobre los ingresos públicos. La hoja de ruta prevé cerrar este año con un déficit del 3,9%, alcanzar el 3,5% el próximo, el 2,7% en 2025 y el 2,5% en 2026.

Desde Hacienda se reconoce que el plan de estabilidad enviado a Bruselas no incluye grandes palancas ni para aumentar los ingresos públicos ni para moderar los gastos. La propuesta del Gobierno se apoya fundamentalmente en el dinamismo de una economía cuyo crecimiento supera la media europea y en la resistencia de un mercado laboral que no ha aflojado durante la crisis y ha generado cifras récord de afiliación a la Seguridad Social. A ello se une el cierre fiscal de 2022, con una rebaja del déficit desde el 6,7% al 4,8%, y la cifra récord de ingresos tributarios, que alcanzó los 255.000 millones de euros, un 14,4% más que en 2021.

Desde el Banco de España se advirtió el miércoles de que España debe diseñar un “un plan de consolidación fiscal ambicioso” tras unos años de política fiscal justificadamente expansiva y respaldada por la propia Bruselas, que en 2020 suspendió la mano férrea de las reglas de cohesión. El supervisor apuesta por avanzar hacia una racionalización de los estímulos fiscales aprobados en los dos últimos años y por su sustitución por un modelo quirúrgico, que focalice las ayudas en los sectores que más lo necesiten.

Las economías del sur de Europa, como España, han sufrido directamente el azote de un déficit y una deuda pública desbocados, con los que no conviene bajar la guardia, pero también las consecuencias que tiene sobre el crecimiento una política fiscal draconiana. La buena marcha de la economía española puede facilitar por sí misma una reducción sustancial del déficit, pero el Gobierno no debería olvidar que buena parte de la bonanza de los ingresos tributarios se debe a una crisis inflacionista que no durará siempre. Combinar la confianza en el músculo de la actividad con una razonable revisión de los estímulos fiscales puede ser una mejor receta para los próximos años.

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